Pongámonos en antecedentes. Pablo Herreros, periodista, publicó en su blog una solicitud para que las marcas que se anunciaron en el programa televisivo de La Noria retiraran su publicidad, dado que habían entrevistado pagando a la madre de un delincuente. El debate moral que se abre es que no debemos permitir que los familiares de delincuentes se lucren que los actos horrendos cometidos por sus cosanguíneos.
Para evitar esta acción, se pasa a redactar una carta con un tono mafioso y extorsionador en el que se amenaza con un boicot masivo a los productos de estas empresas si no piden perdón por esta publicidad y si no se comprometen a retirar la publicidad del programa de Telecinco. Hasta ahora, 10 empresas han retirado su publicidad, con excusas del estilo, no sabíamos lo que allí se cocinaba pero nosotros somos guays, socialmente responsables y ya de paso, aprovechamos la campaña de marketing gratuito que nos acabáis de ofrecer. Hacen bien, cada cual, hace en su empresa lo que considera más adecuado. Pero yo voy a ir más allá: estas empresas han cedido a un burdo chantaje, a una amenaza de boicot de compra de sus productos y no han sido capaces siquiera de plantar cara en el debate que se abre entre publicidad y contenido.
De entrada, bajo mi punto de vista, en el caso expuesto quién cobra es un tercero, no el delincuente y para mí (opinión completamente subjetiva) el lucro de un tercero por un crimen no tiene que establecer como rasgo diferenciador el lazo de sangre. Traduciendo para los mortales, si un periódico se lucra por un crimen o una exclusiva sobre un asesinato, es también un tercero y nadie pone en duda la libertad de expresión y la libertad de información ¿Cuál es la diferencia entre ese periódico que cobra por la exclusiva que vende y el familiar?. Podemos abrir el debate si es periodismo, si no, si es información o no lo es. Como en todos los casos, sea lo que sea, en España, La Noria gusta y tiene su mercado que es de varios millones de personas ojo.
En segundo lugar, las empresas no deben ceder con tanta facilidad a dicho chantaje porque ahora, se pueden encontrar a tres millones de televidentes de La Noria que necesiten su ración de telebasura de sábado por la noche que sí les dejen de comprar. Es decir, las empresas, deberían haberse salido por la tangente y no entrar con tanta facilidad a hincar la rodiila, porque quizá cualquier día se estrellen si les hacen un chantaje mayor.
Ahora mismo, en Actuable, se han recopilado 17.000 firmas y repito, 10 empresas han cedido a este chantaje ¿qué pasaría si hoy desde el propio programa animan a sus tres millones de espectadores a que boicoteen los productos de estas diez empresas? Es más, lo mejor sería incluso que estos tres millones de espectadores que son terceros perjudicados, así actúen. Y así lo pienso, porque estoy un poco harto de las lecciones de moral barata y conducta y del establecimiento de límites completamente subjetivos y arbitrarios a la libertad de expresión, libertad de información y libertad de consumo.
Es muy fácil plantear el chantaje a una empresa, cuando lo triste es admitir que millones de personas se divierten y pasan un buen rato con los contenido que hace Telecinco. Yo por mi parte, he visto La Noria una vez en mi vida, (aquí hablé de ello por cierto), hoy, he decidido quedarme en casa y poner Telecinco a 22 horas para ver La Noria porque hay que defender la libertad en todos sus extremos y por supuesto nunca ceder a un chantaje.
Actualización: Podemos ver cómo el propio autor de la carta, Pablo Herreros, se disculpa por el tono de la carta que se está firmando en Actuable. Cito literal:
Me disculpo de paso por lo que me toca: me dice gente, con razón, que la carta tiene una amenaza final con la que no comulgan. Donde dice: “Si no se adhirieran a nuestra propuesta, seguiríamos exigiéndoselo en adelante y promoveríamos un boicot de sus productos”. No me gusta a mí tampoco. Pero la carta es la que hice y me parece mal cambiársela a las más de 17.000 personas que ya la han firmado.
En El Blog Salmón | Debates de economía en telecinco y la partitocracia PPSOE