Klaus Kleinfeld, Consejero Delegado de Siemens desde enero, acaba de iniciar una nueva clasificación para sus 100 unidades de negocio a nivel mundial, utilizando tres clases: rojo, amarillo y verde, según su rentabilidad. Las unidades incluidas en la primera categoría son esas que producen unos resultados inaceptables y que son necesarios de mejora, para subir al nivel amarillo. Los amarillos están bien pero pueden mejorar y deben aspirar a subir al verde, y los verdes son los que generan beneficios excelentes y con el objetivo de mantenerse.
El objetivo es establecer un proceso de evaluación lo más imparcial posible y permitiendo la fácil comparación entre las distintas unidades del grupo. Los gerentes de las unidades serán juzgados en base a su clasificación y en qué hacen para subir al siguiente nivel. Kleinfeld dice que su interés no es sólo ver mejoras en resultados a través de reducción de gastos y el cierre de negocios, sino que quiere ver crecimiento del negocio e inversiones para el futuro. No dice nada de si se tienen en cuenta las condiciones del mercado en el cual se encuentran estas unidades. Tampoco se sabe cómo estará atento a la desinversión de sus negocios. Se prevé resultados a corto plazo pero, en base a esto, no parece un valor para invertir a largo.
Sus directivos deberían estar pidiendo su traslado a las unidades que suministran al sector petrolero, unidades que seguro que están generando rentabilidades muy verdes. Por otra parte, los directivos que están en las unidades suministrando a las líneas aéreas, por ejemplo, mejor vayan buscando otro trabajo.
El problema con esta clase de clasificación simplista es que no tener en cuenta las condiciones exógenos de los sectores donde operan las unidades de negocio ignora una parte importante del impacto a sus resultados finales. Tiene la ventaja de ser un sistema simple que permite comparaciones fáciles pero, en realidad, no tiene nada que ver con la evaluación real de los ejecutivos. Yo preferiría un ejecutivo que sabe gestionar su negocio en condiciones difíciles y perdiendo poco, ese ejecutivo también sabrá generar beneficios superiores en los buenos tiempos.
Un sistema simple atrae a la prensa e, incluso, a los analistas financieros, pero no tiene cabida en lo que debe ser un análisis sofisticado de rendimiento y de resultados.
Vía | Finanzas