Después de muchos años de negociaciones, ya hay acuerdo dentro del G7 para implantar un impuesto de sociedades mínimo global. Los países del G7 (EEUU, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia y Canadá) han firmado el acuerdo y ahora la negociación se extenderá al G20 (España pertenece al grupo a través de la Unión Europea y también como invitado permanente) y luego a la OCDE.
El acuerdo no es solo que se establece un mínimo global del impuesto de sociedades del 15%, cosa que no es muy relevante pues casi todos los países tienen un tipo superior (la gran excepción sería Irlanda, con su 12,5%). La gran novedad es dónde se pagarían estos impuestos.
La localización de los beneficios
Una de las novedades de este acuerdo es que las empresas no pagarían los beneficios donde quieran localizarlos, como hacen hasta ahora. En la actualidad las empresas multinacionales fijan sus sedes donde quieren y venden sus servicios a sus filiales, que son las que a su vez realizan las ventas a los clientes finales.
Aunque existen normas para evitarlo, en la práctica las sedes pueden vender al precio que quieran a sus filiales y por tanto limitar el beneficio de las mismas y pagar la mayoría de impuestos donde se encuentra la sede.
Una vuelta de tuerca más que hacen algunas empresas es optimizar la factura fiscal: fijan la sede no donde tienen el I+D sino en los países con menos impuestos de sociedades para así minimizar la factura fiscal.
El nuevo impuesto de sociedades mínimo global
A partir de ahora cambia el status quo que decía que las multinacionales pagan impuestos principalmente donde tienen la sede y pasarán a pagarlos donde se produzcan las ventas. El sistema original tenía su lógica, pues el I+D es muy importante (¿qué aporta la gran calidad de los resultados de búsqueda a Google, sus clientes por el mundo o el gran trabajo de I+D que han hecho en California?). Pero las empresas han abusado de la libertad que tenían para minimizar la factura fiscal.
El acuerdo fija que las grandes empresas que tengan al menos un margen de un 10% se verán afectadas por este nuevo esquema. El 20% de los beneficios que superen este 10% de margen será recolocado a los países donde se hayan producido las ventas, y será gravado con un mínimo del 15%.
España, beneficiada
España nunca ha sido una gran productora de multinacionales. Tenemos algunas, pero incluso mirando el IBEX35 se pueden ver empresas que actúan en un ámbito básicamente local. Esta falta de multinacionales y nuestro gran tejido empresarial a base de Pymes ha sido tradicionalmente una debilidad (y lo sigue siendo).
Sin embargo nuestra gran baza negociadora en cualquier tratado, por ejemplo de la UE, es que somos un mercado relativamente grande. Casi 47 millones de habitantes nos sitúan como el país 29 del mundo en población con un nivel de riqueza per cápita alrededor del 30. Ambas listas no son equivalente, pues muchos países pequeños son muy ricos y España es, en términos de PIB, el país número 14 más rico del mundo.
Por tanto las multinacionales extranjeras suelen hacer un buen negocio en España, ya que somos un mercado bastante grande e interesante, y no somos capaces de compensar esto con empresas que hagan lo mismo fuera.
Este nuevo sistema impositivo, por tanto, en principio nos va a beneficiar. La factura fiscal de las grandes empresas extranjeras que operan en nuestro país aumentará los ingresos fiscales. Y sin embargo la reducción de la recaudación por nuestras multinacionales vendiendo fuera va a ser escasa. Está por ver si las muy grandes empresas tecnológicas adoptan una estrategia similar a la que han usado con la tasa Google, de incrementar precios para compensar esta nueva fiscalidad.
Por cierto, la tasa Google debería ser derogada una vez empiece a funcionar este nuevo impuesto de sociedades mínimo global, ya que se suponía que se estableció para impulsar estos acuerdos que por fin estamos viendo llegar.
Amazon, seguramente fuera
Como ya comentamos hace unos días, la política de Amazon de reinvertir sus beneficios para crecer podría hacer que no estén afectados por este acuerdo. Hasta la fecha y desde su creación, Amazon ha mantenido los beneficios en mínimos. De hecho en 2020 su margen ha sido únicamente del 6,3% (y este ha sido el margen más alto de su historia).
Quizá dentro de las nuevas negocaciones del G20 y de la OCDE haya cambios, como algún importe de facturación por encima del cual aplicaría a todas las empresas, pero es complicado. Al final Amazon lo que está haciendo es invertir fuertemente y no es que esté desviando beneficios para reducir la factura fiscal.
Lo que sí podría pasar es que si se considera que Amazon tiene distintas divisiones y alguna de ellas sí que tiene una rentabilidad alta (como los servicios en la nube) estos beneficios sí que estén gravados por el nuevo esquema impositivo. Si se decide algo en esta línea las empresas perderían flexibilidad de mover beneficios entre unidades separadas según crean conveniente, lo cual no es muy lógico si queremos empresas innovadoras que generen riqueza y empleo.