La noticia surrealista de la semana ha sido la incautación por parte de las aduanas francesas de un cuadro pintado por Picasso propiedad de Jaime Botín, hermano de Emilio Botín y expresidente de Bankinter. No quiero desde aquí defender su actitud. Ha intentado sacar el cuadro de España de forma ilegal aún cuando la exportación había sido denegada por el Ministerio de Cultura y la Audencia Nacional lo confirmó. Pero me parece que debería tener derecho a hacerlo.
El cuadro lo compró en 1977 y está valorado en 26,2 millones de euros. Sin embargo no lo puede sacar de España porque el Ministerio de Cultura dice que es una de las pocas obras del periodo Gósol, antes de evolucionar al cubismo, y por su interés excepcional debe permanecer en España.
Sinceramente, no lo entiendo. Si de verdad tiene un interés excepcional y su dueño está intentando exportarlo para venderlo, que se lo compre el Estado y lo exponga en un museo. Porque el Estado está actuando de una forma muy extraña: por un lado dice que el cuadro es excepcional pero admite que la propiedad es privada y no obliga a exponerlo para que admiremos su excepcionalidad.
Quizá la conclusión de todo esto es que hay que tener mucho cuidado con invertir dinero en arte porque puede que se transforme en una propiedad muy poco líquida ante la arbitrariedad de las autoridades.
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