¿De dónde viene la regla del 30% del gasto en vivienda?

¿De dónde viene la regla del 30% del gasto en vivienda?
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Es una regla casi universal: en vivienda no hay que gastar más del 30% de los ingresos. Una simple búsqueda en Google indica que hay millones de webs explicándonos esa norma. Desde bancos hasta inmobiliarias. Y es lógico, hay que poner un límite a lo que se puede uno gastar en vivienda.

Sin embargo la cifra del 30%, que parece muy científica, en realidad es bastante arbitraria. Y su origen no tiene nada que ver con un estudio sobre las finanzas personales, que es de donde debería salir esto, sino que tiene sus orígenes en la Gran Depresión en EEUU y en una regla de 1969.

El origen de la regla del 30%

Después de la Gran Depresión de 1929, en EEUU la situación de la vivienda para la gente con menos ingresos era deplorable. Así que el Estado Federal decidió crear viviendas en alquiler para la gente que no podía permitirse una el mercado libre.

Durante un tiempo todo iba bien pero rápidamente se vio que el gasto en la creación y mantenimiento de este conjunto de viviendas sería insuficiente para los ingresos que recibiría el Estado por parte de los inquilinos. Por lo tanto había que financiar ese déficit.

Una vez estaba asumido que habría un déficit queda la tarea de fijar los precios de los alquileres. Y en 1969 se estableció que los inquilinos pagaran un máximo del 25% de sus ingresos. Luego este límite se subió al 30%. Y desde entonces muchos se agarran a que este valor, determinado arbitrariamente en el Senado de EEUU, es el valor adecuado de gasto en vivienda para una familia.

La realidad es más complicada

Lo cierto es que no todo es simple y determinar cuál es el gasto máximo en vivienda es una tarea complicada. Alguien con pocos ingresos no debería gastar mucho en vivienda, pues no tendría suficiente para subsistir, y seguramente un 30% sea excesivo. Pero gente más acomodada quizá sí podría gastar más, ya que incluso con un gasto más elevado (por ejemplo del 50%) podría quedar suficiente dinero para vivir de forma adecuada y generar ahorros.

Cualquier simplificación de la realidad lleva a este tipo de problemas. La regla del 30% es un criterio completamente arbitrario. ¿Es mejor que no tener uno? Sí, se podría decir que sí. Pero la realidad es que lo más correcto es determinar si todo el nivel de gastos que tiene una familia es asumible ante imprevistos.

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