Hace años que el gobierno francés ha acumulado y perfeccionado su arsenal de armas, de herramientas y de maniobras con el fin de proteger a sus empresas nacionales y de promocionarlas fuera.
Italia está siguiendo este camino, incluso con el nuevo gobierno, y continúa con su estrategia de resolver temas industriales y comerciales a través de intervenciones del gobierno o de entidades reguladoras del estado. Lo hizo con sus bancos, y lo consiguieron en un caso, aunque su manipulación del mercado y uso de información privilegiada para ayudar a sus amiguetes, fueron tan escandalosos, que resulto en la salida forzada de quién lo practicó.
Se está viendo en el sector eléctrico con las negociaciones entre los gobiernos italiano y francés sobre la expansión en Francia de la empresa eléctrica italiana Enel. También lo está haciendo con el intento de obstáculo de la compra de Autostrade por parte de Abertis.
La Comisión Europea continúa pronunciándose sobre la inadmisibilidad de estas maniobras estatales pero parece que, cuando llega el momento de tener que forzar cambios, no se ponen de acuerdo y no pasa nada.
Italia ha aprendido bien de Francia, los expertos en esto de intervención estatal y, continuando así, entorpeciendo la contribución libre de las empresas al crecimiento y eficiencia de su país, ese país continuará económicamente cojo.