Siguiendo con las reflexiones que inicié en esta casa sobre la realidad geoeconómica derivada de la gran pandemia de coronavirus, primero en China y después desde una persectiva global, hoy nos centraremos en un concepto tan manido y peligroso como el de "nueva normalidad".
Manido, porque sin ser para nada nuevo, su uso y abuso amenazan en convertirlo, recurriendo a la RAE, en algo sobado, ajado, pasado de sazón, sin ningún significado preciso. Peligroso, porque el resultado inevitable de este período extraordinario que estamos sufriendo, de alcance global y duración indeterminada, es todavía una incógnita impredecible y no una realidad fabricada por un gabinete político o un laboratorio de expertos. Es más, el tiempo que transcurra desde el progresivo retorno a la actividad económica y social hasta el hallazgo y distribución de una vacuna que permita controlar la enfermedad de manera efectiva, seguirá siendo tan excepcional, transitorio y poco normal como ahora. Como bien apunta Javier Lascuráin, Director general de la Fundéu BBVA:
"Para saber si esta etapa de nuestras vidas alcanza esa consideración, no hay más remedio que esperar a que esa normalidad deje de ser nueva y podamos verla con una cierta perspectiva".
Percepciones y hábitos
Más allá de los vericuetos tramposos del lenguaje, es cierto que el coronavirus nos ha impuesto, sea por ley, miedo o necesidad, una serie de hábitos como la higiene personal, el distanciamiento social, la previsión o la acumulación, que podrían perdurar en el tiempo. O no. Ya hemos visto como, una vez que las cifras de la pandemia decaen, el número de fallecidos disminuye, los hospitales dejan de estar colapsados y las medidas de confinamiento se relajan, esos hábitos parecen relajarse notablemente en muchos ciudadanos, aunque no en todos. Como bien apunta Elizabeth Svoboda, los supervivientes de eventos traumáticos colectivos tienden a estar especialmente atentos en situaciones que les hicieron sufrir de manera extrema en el pasado: "cuando las personas se ven obligadas a reaccionar ante un virus mortal que corre desenfrenado, pueden estar especialmente interesadas en mantener a raya a los futuros virus".
En este sentido, es muy probable que nuestra sociedad de "darse la manos y abrazarse" tarde mucho en regresar, que seamos mucho más conscientes de la incertidumbre que preside nuestras vidas y modifiquemos en consecuencia nuestra forma de vivirlas, que nuestra necesidad de protección gubernamental prevalezca sobre la de la libertad (con las inquietantes consecuencias que eso conlleva) y que nos debatamos entre reforzar los lazos de solidaridad social o perseguir a toda costa la supervivencia de nuestro entorno inmediato. Todo este río revuelto de comportamientos sociales e individuales irá conformando sin duda la realidad de los próximos años, en todos los ámbitos y, como siempre ha ocurrido en la historia de la Humanidad, allí estarán los pescadores habituales en busca de sus ganacias, ya sean honestas o espurias.
Tendencias
Dicho esto, a estas alturas ya resulta posible vislumbrar ciertas tendencias, más allá de las geoeconómicas, que podrían consolidarse en el futuro como consecuencia del COVID-19. Algunas de ellas venían ya de lejos pero han cobrado un nuevo impulso, otras han surgido de la necesidad y parece que van a permancecer. Por último, hay un tercer grupo de serias candidatas a colarse en nuestras rutinas diarias de no mediar un cambio sustancial en la evolución de la pandemia. A continuación haremos una breve enumeración de algunas de las que nos tocan más de cerca como trabajadores y consumidores.
1. Un entorno laboral cambiante.
- La videoconferencia y el teletrabajo se han disparado durante la pandemia, por obvia necesidad, La pregunta clave es si este período forzado conducirá al despegue definitivo de esta forma de trabajo, o seguirá siendo un recurso de emergencia.
- En este sentido, parece claro que el esfuerzo realizado por administraciones y empresas no quedará en saco roto. Habiéndose comprobado que la productividad no está necesariamente ligada al presencialismo en numerosos sectores, es muy probable que se modifiquen estructuras organizativas y procesos de trabajo. Veremos menos reuniones en persona, oficinas más pequeñas, más flexibilidad y más procesos distribuidos en entornos virtuales.
- A su vez, surgirán nuevos retos derivados de esta realidad laboral: tecnológicos, de seguridad, fiscales, psicológicos y de disponibilidad de la fuerza laboral.
2. Un mundo más digital, en remoto y virtual.
No sólo en el trabajo crece la interacción a distancia. El despegue y la universalización de las telecomunicaciones, el auge del ciberespacio como nuevo entorno global de operaciones, la digitalización, la inteligencia artifical, la robotización y la impresión 3D están aportando de manera cada vez más acelerada soluciones a las restricciones físicas mundiales y al confinamiento ciudadano.
- La enseñanza virtual y la atención médica remota son también dos realidades en expansión debido al COVID-19: explotan las mismas tecnologías que el teletrabajo, ofrecen nuevas oportunidades e imponen asimismo retos adicionales a administraciones, empresas, familias y consumidores individuales, pero han venido para quedarse.
- El comercio online, que ya despegaba con fuerza antes de la expansión el coronavirus, puede recibir el impulso definitivo, como ya se ha visto en China. Hablamos de tendencias como la personalización a nivel individuo; el uso intensivo de la IA, asistentes y chatbots; el comercio B2B; la visualización interactiva de productos y el "live streaming".
- A su vez, las cadenas de suministro, que han demostrado su fragilidad durante la pandemia, se enfrentan a nuevas formas de gestión derivadas de la adopción acelerada de tecnologías ya no tan emergentes: el Big Data, el Internet of Things, la computación en nube, la impresión 3D y el blockchain serán los nuevos amos del proceso.
- Las experiencias virtuales cobran cada vez más relevancia en sustitución o como complemento de las físicas: no sólo en los videojuegos y los deportes, sino también en los viajes, reuniones sociales, consumo, etc. La identidad y el estatus social virtuales ya no resultan temas de ciencia ficción.
- Todo lo visto también tendrá su reflejo en las transacciones económicas diarias: si ya existía una presión creciente para eliminar el dinero físico como medio de pago, el coronavirus no ha hecho más que acentuarla, al ser los billetes y monedas posibles transmisores del virus. Los pagos digitales se imponen como medio seguro, rápido y, no olvidemos, mucho más controlable por las autoridades.
3. La gran incógnita del turismo, la hostelería y restauración.
- Un reciente estudio sobre el impacto global del COVID-19 sobre la industria del turismo identifica los enormes retos que afronta esta industria: identificación y seguimiento de los turistas, nuevos procedimientos para facilitar los viajes y el cruce de fronteras, la seguridad y salud de los pasajeros, y la prevención en los países receptores de posibles amenazas provenientes del extranjero. El reto es enorme: todos los establecimientos, procesos de negocios, sistemas de gestión y medios de transporte estarán sometidos a una prueba de stress como nunca han sufrido.
- Se apuntan numerosas tendencias: encarecimiento del transporte aéreo versus crecimiento del viaje por carretera; cambios de preferencia en los destinos más populares, con refuerzo del turismo interior; disminución del turismo de negocios y congresos; pérdida de relevancia de los eventos multitudinarios; disminución de los viajes en grupo; caída drástica del turismo de tercera edad, los viajes de estudios y las lunas de miel; caída de los precios de los hoteles de lujo; preferencia por el turismo de naturaleza; mejor atención al cliente...
- Con respecto a la restauración, el impacto del coronavirus se hará sentir en diversos ámbitos, y se espera que por largo tiempo: recuperación del valor de las marcas de alimentación que garanticen seguridad y se identifiquen con hábitos sanos; florecimiento de la cocina casera; proliferación de los chefs online y de los chefs a domicilio; reinvención de los restaurantes, en espacios, cocinas y servicio, incorporando definitivamente el canal digital y la comida para llevar; servicios mucho más personalizados ante la menor asistencia física de clientes; disminución de la comida callejera y de los puestos móviles;tecnología, tecnología y tecnología para reducir esperas y contactos; disminución de los banquetes, los eventos sociales y el catering;adiós a las tapas y a la comida para compartir entre amigos, al menos por un tiempo...
Riesgos
Podríamos seguir con el apartado de tendencias durante varios párrafos más, pero alargaríamos innecesariamente esta entrada. La verdad es que todos los sectores de nuestra vida cotidiana se ven y se verán afectados en mayor o menor medida; creo que la visión ofrecida es más que suficiente para atisbar el futuro próximo en otros ámbitos, al ser las dinámicas similares. Sin embargo, no quisiera despedirme sin apuntar que tales novedades van acompañadas también de riesgos personales, sociales, económicos, tecnológicos y de seguridad. Algunos son emergentes e inherentes a la nueva coyuntura, otros, viejos conocidos con perfil renovado. De todos ellos nos ocuparemos en la próxima entrada de esta serie. Hasta entonces, no pierdan el ánimo, la curiosidad, el sentido crítico y las ganas de aprender.
Never surrender, queridos lectores.