Fue una de las grandes promesas electorales de Donald Trump: destruir el sistema de cobertura sanitaria universal conocido como Obamacare, el principal legado social de la presidencia de Barack Obama. Aunque tras llegar al poder el nuevo presidente admitió que "nadie sabía que la cobertura sanitaria fuese un tema tan complicado", ya se conocen importantes detalles de la propuesta republicana para remplazar el Affordable Care Act de Obama.
En un país donde hasta la llegada del Obamacare una enfermedad grave podía arruinar a toda la familia, eliminar de golpe la cobertura sanitaria universal sería una medida extremadamente impopular. Por ello, el 'Trumpcare' mantiene muchos elementos clave del sistema existente, como por ejemplo, la imposibilidad de que las aseguradoras rechacen a un paciente por tener 'condiciones preexistentes'.
El sistema de Trump es más flexible (estar asegurado deja de ser obligatorio) y prima las devoluciones de impuestos como vía para recuperar el gasto médico, lo que en términos generales perjudica a las rentas más bajas y beneficia a las más altas en comparación con el régimen existente. Repasemos las diferencias fundamentales del nuevo American Health Care Act frente al actual Affordable Care Act.
Menos obligaciones para asegurados y aseguradores
La principal novedad de la propuesta republicana es que reduce las obligaciones tanto de los ciudadanos como de las empresas aseguradoras. Estar asegurado deja de ser preceptivo, aunque las compañías podrán penalizar a quien quiera contratar un seguro después de haber estado más de dos meses sin cobertura. Por otro lado, se elimina la exigencia de que las grandes empresas provean seguro médico a sus empleados. Se estima que estas medidas duplicarán el número de personas sin cobertura médica en los próximos 10 años.
Los límites de precios que establece el Obamacare también se relajan. Por ejemplo, hasta ahora las aseguradoras podían cobrar a los pacientes de la tercera edad como máximo el triple que a los pacientes jóvenes; de aprobarse el nuevo plan podrán cobrar hasta cinco veces más. Esta liberalización de precios supondrá seguros más baratos para los jóvenes y más caros para los mayores.
Reducción del seguro público Medicaid
Paradójicamente, Estados Unidos es uno de los países que gasta más dinero público en cobertura sanitaria. Uno de los grandes objetivos del plan de Trump es reducir este gasto. Para ello, se limita drásticamente la expansión del programa Medicaid, un servicio público para aquellos excluidos del mercado privado de seguros (por bajo nivel de renta, discapacidad, etc.). La ampliación de Medicaid era uno de los elementos fundamentales –y más costosos– del Obamacare.
Medicaid está subvencionado de forma conjunta por los estados y el gobierno central. El Affordable Care Act permite a los estados ofrecer cobertura adicional a costa del presupuesto federal, una opción a la que se han acogido la mayoría de ellos. Con la propuesta republicana, se establecerá un límite per cápita a la contribución federal, válido para todos los estados.
Subsidios individuales menores y más igualitarios
La gran mayoría de americanos con cobertura médica están asegurados o bien a través de su empresa o bien de los programas públicos existentes: el ya mencionado Medicaid, Medicare (un programa similar para pensionistas), y el seguro de las fuerzas armadas. Precisamente uno de los grandes objetivos del Obamacare era incentivar mediante subvenciones la adquisición de seguros individuales para los ciudadanos que quedaban fuera de estos grupos (y que solían permanecer sin seguro).
La propuesta de Trump mantiene las subvenciones directas a través de devoluciones de impuestos, sin embargo las desliga de la renta, siempre que esté debajo de los 75.000 dólares anuales. Con el actual sistema, la subvención es progresiva hasta un límite de renta de 48.000 dólares anuales. Los nuevos subsidios serán también independientes del área geográfica (con Obamacare, la subvención depende de la localización, ya que los precios de los seguros también difieren).
De este modo, el nuevo plan sólo distingue por grupos de edad. Los más jóvenes reciben una devolución de 2.000 dólares, que va aumentando progresivamente hasta un máximo 4.000 dólares para mayores de 60 (con el actual sistema, un mayor de 60 con ingresos anuales inferiores a 20.000 dólares puede llegar a recibir más de 13.000 dólares en subvención). Los mapas representan varios escenarios en función de edad y renta, mostrando los perdedores (en azul) y ganadores (anaranjado) del nuevo sistema frente al viejo. Al desligar el subsidio de la renta, el Trumpcare favorece claramente a rentas altas y perjudica a rentas bajas, comparado con el Obamacare.
Puntos clave que se mantienen
Pese a los cambios descritos, una serie de características fundamentales del Obamacare continúan en la nueva propuesta de Trump, manteniendo el espíritu de cobertura sanitaria universal:
- Los jóvenes pueden mantenerse en el plan de sus padres hasta los 26 años
- Las compañías no podrán negarse a asegurar a pacientes con condiciones médicas preexistentes
- Las prestaciones básicas mínimas se mantienen, incluyendo maternidad
- La cantidad cubierta debe seguir siendo ilimitada
Si consigue ser aprobado (cosa que sabremos en las próximas semanas) el Trumpcare será poco más que una versión recortada del Obamacare.
Ilustración | Charles Fettinger