España puede que sea uno de los países más burocráticos del mundo. La descentralización administrativa nos suele hacer lidiar con al menos tres administraciones públicas para prácticamente cualquier trámite que queramos, entre ellos los de emprender y generar riqueza. Eso sin contar otra serie de organismos que, sin ser típicamente administraciones, se acaban comportando como tales.
Desde hace varios años mi última entrada del año en esta web la dedico a una reflexión sobre algunos problemas de la economía española. Este año va a tocar sobre la gran burocracia que tenemos instaurada en España. Existe quién tiene poder de maniobra para reducirla, pero hasta ahora no lo hemos visto.
La burocracia ahoga cualquier actividad que se quiera poner en marcha. Por ejemplo están los problemas a los que se suelen enfrentar los emprendedores: leyes y más leyes, administraciones y permisos para todo. En una época en la que las profesiones cambian a ritmos acelerados (nadie sabía lo que era un Community Manager hace diez años) hace falta calificarlo todo.
Burocracia en contexto
La Unión Europea no es un ente precisamente dado a la ligereza legislativa. Por ejemplo, el envasado del aceite en las garrafas no rellenables en la restauración es, como dijo el primer ministro David Cameron, un tema que no se debería ni de discutir. Lo lógico sería que los gobiernos de los estados miembros procedieran a reducir la carga burocrática de los distintos países, de modo que las regulaciones desmesuradas que llegan desde Bruselas fueran compensadas.
Un país que actúa de este modo es Estonia, a la que sus propios habitantes llaman en broma E-stonia, por la gran extensión del gobierno electrónico. En cambio, no es esto lo que vemos por parte de nuestros gobernantes, sino todo lo contrario.
De los seis presidentes que hemos tenido en la democracia, cinco han sido licenciados en derecho, el único que no tuvo esa titulación (y por lo que sé, el único que hablaba inglés) fue el más efímero y el único que no fue elegido en urnas, sino que llegó de rebote. A veces da la sensación de que buscaban ser recordados no por lo que habían conseguido, sino por las muchas leyes con las que enorgullecer y dar material de estudio a sus compañeros de pupitre y a sus antiguos profesores.
Un ejemplo es la Ley de Economía Sostenible, no nos volvemos una economía sostenible ni competitiva porque exista una ley con ese nombre. En mi opinión, todo lo contrario, ya que aumenta la complejidad de la regulación aplicable a cualquier situación, incluídos los nuevos negocios.
Pero no sucede que la burocracia ahogue sólo a los emprendedores, como el ejemplo de un señor en Cádiz que ha salido en varios medios de comunicación denunciando los trámites, costes y lentitud que ha sufrido para poner en marcha un negocio rural; sino que sucede que la burocracia también ahoga otros muchos ámbitos de la vida cotidiana y de los servicios del estado.
Burocracia y efectos
Hay una carta de una investigadora que estuvo intentando quedarse en España hasta que decidió tirar la toalla e irse a Estados Unidos. Resulta absolutamente increíble la gran cantidad de traducciones, reconocimientos y equivalencias que tuvo que presentar para que la administración española le reconociera los méritos. El papeleo ha invadido muchos aspectos de nuestra vida que deberían ser más simples. Podemos pensar que es normal que haya problemas con alguien formado en el extranjero pero, ¿y qué tal respecto a nuestros propios procedimientos?
No hay más que preguntar a un médico la serie de formularios que tiene que rellenar por cada paciente que atiende, o la cantidad de informes que debe realizar un maestro de primaria para cada una de las asignaturas y niveles. La propia administración empieza a generar una burocracia excesiva para ella misma.
Otras veces la burocracia se refleja en la empresa privada, se mimetiza con la misma. En ocasiones es más inflexible trabajar con los procedimientos de algunas de ellas que con la propia administración pública.
Alguna vez se ha hablado de la legalidad del contrato único, sobre su falta de constitucionalidad, no deja de ser irónico que en cambio, los siete millones de desempleados sean constitucionales; a pesar del derecho al trabajo contenido en el artículo 35 de la misma. El derecho de la burocracia, empieza a parecer superior al derecho de supervivencia: se vuelve más importante el papeleo que el objetivo del mismo.
Si hay un propósito de año nuevo que deberían hacer en las altas esferas, es dejar de poner trabas: simplificar las leyes, los trámites y los procedimientos. Lo que queremos no es engordar el temario de los candidatos a abogados del estado y demás profesiones relacionadas con la justicia, lo que necesitamos es reducir y simplificar, de modo que nos centremos más en los resultados y menos en los procedimientos y normativas desarrollados para conseguirlos.
En El Blog Salmón | Supervivencia en Cádiz y La Burocracia, alas y lastre y Doing Business 2013: aquí tenemos una buena parte de los problemas del desempleo en España Imagen | Paul Lawry