De la prohibición inicial, a la regulación. Es el paso que darán muchos países de Europa en el 'caso Uber'. Entre ellos, no debería faltar España. La irrupción de esta empresa ha venido a sacudir un sector, el del taxi, con grandes barreras de entrada. Pero, ¿por qué siempre se interpreta la regulación como una mala noticia? ¿Acaso no sería una forma de mejorar el sector actual y, a la vez, el servicio de compañías como Uber?
Hoy el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Madrid ha salido a la palestra para recordar a operadoras de telefonía y distintos prestadores de servicios que la prohibición de Uber ha de llevarse a cabo. No se trata de ninguna novedad, pues ya la primera resolución del 9 de diciembre apuntaba a unas medidas que hoy ya ha puesto negro sobre blanco.
Al margen de si ésta es una medida acertada o efectiva (sólo hay que ver lo sencillo que es esquivar esta prohibición por parte de los usuarios), la realidad es que ahora se impone sentarse a la mesa para debatir. Para analizar cuál es el futuro del sector del transporte y la cabida que en éste tienen compañías como uber.
Y este proceso no tiene por qué ser negativo. Muchos de los que defienden a la compañía y su forma de proceder no quieren oír hablar de regulación. Pero ésta no tiene por qué implicar su final, ni tampoco mantener el 'statu quo' en el taxi tradicional. Sentarse a debatir cómo abordar las 'reglas del juego' del futuro tiene varias ventajas, no sólo para los taxistas.
Las mismas reglas para todos
Hace unos días, Bloomberg analizaba cómo podría beneficiarse la compañía de una regulación. Y señalaba un punto esencial: la elección de los conductores. En muchos países, están recibiendo numerosas quejas por los problemas causados: acusaciones de violación, de conducción temeraria... Pese a que la firma defiende su propio proceso de reclutamiento, la realidad es que siguen teniendo muchas dificultades. Y en este sentido, Joshua Brustein incidía en que exigir las mismas licencias que a los conductores de taxi puede ser una salida también beneficiosa para la empresa.
Para que algo así sucediera en España, habría que empezar desde cero con el sistema de licencias, algo que se antoja complicado cuando hay conductores que se han hipotecado para pagar por disfrutarla. Llegar a una solución intermedia tendría que ser posible y es eso lo que debe perseguirse en el proceso de regulación.
Dice la RAE, entre otras acepciones, que regular es determinar las reglas o normas a que debe ajustarse alguien o algo. Y en este caso, esta es (o, al menos, debería serlo) la mejor solución para todas las partes. Para Uber, porque, como ellos mismos decían, es una oportunidad para "hacer bien las cosas". Para los taxistas, pues evitaría que un operador trabajara en mejores condiciones que las suyas. Y también para los usuarios porque tendrían ante sí la mayor oportunidad para lograr un servicio más eficiente, más barato y más competitivo.
En El Blog Salmón | Uber en España: Primero prohibir, ¿luego regular?
Imagen | Fabio Penna