Eurostat, la oficina estadística comunitaria, ha dado a conocer hoy sus estimaciones de crecimiento para la UE y la zona euro, y la conclusión es inequívoca: la eurozona no despega. Hay quién habla de una segunda recesión en ciernes, aunque no está muy claro que la primera hubiese terminado. De una forma o de otra, lo que está claro es que este estancamiento de la zona euro terminará pasándole factura a nuestro país.
En concreto, Eurostat estima que el PIB de la zona euro creció apenas un 0,2 % durante el tercer trimestre del año, frente al 0,1 % del trimestre anterior y el 0,3 % del primer trimestre. Los mayores incrementos del PIB correspondieron a Grecia (+0,7 %), Eslovaquia (+0,6 %) y España (+0,5 %), mientras que sólo Chipre (-0,4 %) e Italia (-0,1 %) registraron caídas.
Lo cierto es que estas cifras, que para algunos optimistas podrían ser suficientes para hablar de recuperación económica, son tremendamente tímidas si las comparamos con economías como las de Estados Unidos, que creció un 0,9 % el último trimestre (1,1 % el segundo trimestre del año) o Reino Unido, cuya tasa de crecimiento del PIB fue del 0,7 % (0,9 % el trimestre anterior).
Como decimos, si finalmente termina estancándose la economía de la zona euro y comienza a marcar tasas de crecimiento negativas en los próximos trimestres, esta situación afectará, y mucho, a la ya maltrecha economía española, muy dependiente de sus exportaciones y con problemas de índole propia considerables, como su desbocada tasa de paro.
No creo, como ya señaló Alejandro hace unos días, que tengamos motivos para el optimismo ni en Europa ni en España. Mientras que en Estados Unidos, por ejemplo, ya se habla de la crisis económica que se inició en 2008 como si de una historia del pasado se tratase, mucho me temo que en el viejo continente los problemas económicos persistirán durante algunos años más.
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