Tras el shock de la noticia de la decisión del Brexit, que dio un repentino giro de madrugada, los mercados pasaron bruscamente a cotizar la noticia de un terremoto económico que ha enviado ondas sísmicas hasta llegar a casi todos los rincones del planeta, y que ya había descontado un resultado favorable a los intereses de Bruselas. Pero esto no ocurrió así, y al día siguiente llegó el pánico, que hizo que la Bolsa española sufriese la mayor caída de su historia.
Pero “otros mercados también acusaron la dramática noticia, entre ellos el de deuda y el de divisas, en los cuales el BCE tuvo que intervenir contundente y reiteradamente para evitar un colapso del sistema. En el artículo de hoy les traemos un análisis de qué acciones tuvo que tomar el BCE, sopesamos si fueron efectivas, y reflexionamos sobre qué más pudo hacer para paliar la situación.
Los antecedentes del Brexit
Empecemos por reconocer que un servidor no es partidario a toda costa de las compras masivas de deuda por parte de los Bancos Centrales, incluido el BCE. Como ya analicé con ustedes en el artículo “¿Cómo influir en la inflación? ¿Está el BCE usando todas sus armas?“, si bien este tipo de intervenciones pueden estar muy indicadas en ciertas situaciones límite para evitar males mayores, a largo plazo presentan unos riesgos considerables que hay que sopesar y monitorizar de forma constante. Personalmente acepto estas operaciones como una medida excepcional, lo cual, ha sido el caso tras el separatista refrendo del Brexit.
También he de decirles que en el artículo “¿Cómo le sentaría el Brexit a España?“, tal y como pueden leer, expuse cuáles serían las consecuencias de un Brexit para España tanto en los mercados como fuera de ellos. Entre estos efectos más a corto plazo, los que pudimos experimentar el mismo viernes pasado, expuse que tanto la Libra como el Euro caerían en los mercados de divisas, con mayor incidencia en el caso de la moneda británica. Sin gran valor como predicción, por su obviedad, también hablé de la debacle que supondría el Brexit para las bolsas mundiales, y en especial para las europeas, especialmente cuando en la última semana las bolsas estaban confiadas y habían descontado alegremente un resultado pro-europeo; la bolsa española acabó sufriendo la mayor caída de su historia en una sesión de pesadilla febril, como pueden leer en esta noticia. También auguré que las primas de riesgo periféricas sufrirían fuertes tensiones en el mercado, que el riesgo de ruptura de la Eurozona afectaría negativamente al bono español, y que el bono alemán actuaría de valor refugio.
Y ahora vayamos a la parte que realmente nos interesa. Predije que el Banco Central Europeo debería utilizar los mecanismos ya aprobados para realizar compras masivas de bonos periféricos, incluido el español, a fin de frenar su escalada. Así fue, pero también tomaron otras medidas que quedan recogidas en la excelente y detallada crónica de este artículo de el diario El Español. Analicemos pues la actuación en conjunto del BCE a lo largo de una noche para no dormir, y la posterior sesión frenética del viernes.
Un plan de contingencia diseñado para el peor escenario posible
Si bien todo parecía apuntar a que no sería necesario ponerlos en práctica, el Banco Central Europeo hizo sus deberes, y el miércoles anterior al Brexit ya tenía ultimado un plan de actuación para el caso de que los británicos se decidiesen en las urnas por divorciarse de Europa. Como ya les auguré, las líneas maestras de este plan se basaban en realizar inyecciones de liquidez en los mercados de deuda comprando bonos periféricos y así contrarrestando las órdenes de venta que se agolparían, con la intención de frenar la previsible estampida alcista de sus primas de riesgo.
Esta actuación fue tan decidida que, según informa El Español, hubo momentos en los que los mercados de deuda se quedaron secos, puesto que todas las órdenes de venta que se introducían eran ejecutadas, con la contrapartida incondicional de unos bancos nacionales o del BCE, que compraban todo el papel que salía al mercado. De hecho, si algún operador quería comprar bonos, tenía problemas para conseguir casar una orden: todos se los quedaban los bancos centrales europeos. Como un servidor ya les adelantó, estas intervenciones pudieron realizarse gracias a los mecanismos ya aprobados de compra masiva de bonos, es decir, el QE, motivo por el cual el banco pudo actuar en la sombra sin necesidad de habilitar nuevos mecanismos ni hacer declaraciones públicas que los justificasen: todo estaba ya pre-diseñado.
Además de la compra de bonos, hubo otra actuación reseñable por parte del BCE: dio liquidez adicional a los bancos del eurosistema, tanto en euros como en moneda extranjera. Esta segunda medida fue clave, puesto que permitió a la banca nacional con filiales en el Reino Unido, especialmente al Banco Santander, poder obtener libras para estabilizar su situación en un viernes que, más que negro, se presentaba de madrugada como un potencial agujero negro financiero que podía engullir a cualquier entidad.
Tras el primer envite toca evaluar los daños y las tácticas seguidas en la batalla
En el panorama nacional, podemos decir que ninguna entidad española cayó presa de la bestia. La liquidez aportada por el BCE sirvió de bálsamo del tigre, y puede decirse que, tras la batalla, nuestros tigres bancarios pueden limitarse simplemente a lamerse las heridas. Créanme si les digo que el viernes hubo una tormenta política y financiera que, en caso de haber sido mal gestionada, podría haber arrastrado a cualquier entidad que se precie. Primer punto para el BCE: no hubo falta de liquidez que ahogase a ninguna entidad ni hubo bank-run.
Para seguir con el inventario de daños, la bolsa española cayó un soberano 12,3% en una sola jornada. Ahí es nada: la mayor caída de su historia. Es sin duda un golpe contundente, pero no debemos olvidar que, si la institución europea no hubiese actuado desde Frankfurt de la misma contundente manera, los mercados de divisas y deuda europeos habrían sufrido un auténtico armageddon, y el pánico se habría tornado en derribo transmitiéndose inevitablemente a las bolsas. Créanme cuando les digo que, en algunas mesas de negociación, aún están limpiando las manchas de adrenalina de las pantallas. Segundo punto para el BCE: los mercados cayeron con gran fuerza, pero el sistema no se vino abajo.
En tercer lugar, en los mercados de deuda, las primas de riesgo acusaron tensiones, pero el BCE las apaciguó con celeridad. Mientras que la bolsa española cayó más de un 12%, la prima de riesgo cerró en tan sólo 167 puntos básicos. Nada que ver con lo que habríamos visto si el BCE hubiese abandonado los mercados de deuda a su suerte (o más bien a su desgracia). Tercer punto para el BCE: las primas de riesgo periféricas se mantuvieron relativamente estables, aspecto clave, pues éstas eran uno de los principales termómetros que el pasado viernes monitorizaban obsesivamente todos los operadores, y que, de haber sucumbido al pánico, habrían provocado un cataclismo en cascada contagiándolo al resto de mercados.
¿Qué más podría haber hecho el BCE?
Pues la pregunta de este título es la que ustedes esperan, pero es incorrecta. La del viernes post-Brexit es tan sólo la primera batalla de esta guerra. Nadie sabe a ciencia cierta qué pasara a partir del lunes, e incluso en el transcurso de la jornada del mismo lunes. A veces, en estos golpes contundentes de mercado, el mayor daño viene en las primeras horas, y luego los mercados se hacen a la nueva situación, pero en este tema realmente todo dependerá de cómo se vayan desarrollando los acontecimientos (principalmente) políticos en los próximos días, y sin duda, esto es un tema evidentemente a medio plazo. Es por ello por lo que la pregunta que deberían esperar ustedes es más bien: ¿Qué más tendrá que hacer el BCE? La respuesta es que, dado su mandato limitado obviamente a la Eurozona, y mostradas ya sus armas, poco más podrá hacer que aplicar más de la misma medicina. Lo que han visto es lo que hay, salvo que la instituciones europeas cojan el toro por los cuernos y tomen medidas como las que sugerimos al final de este artículo: en ese caso el BCE tendrá nuevas y sofisticadas armas en su arsenal.
Dicho lo anterior, no obstante, ya saben que un servidor es especialmente (y constructivamente) crítico con todos los agentes económicos, incluido uno mismo, pero en este caso he de reconocer que la actuación del BCE ha sido impecable, y ha evitado una auténtica debacle. Por poner un pero, sí que puedo decirles que podrían mejorar su capacidad de comunicación, porque, de haber mantenido un estrecho canal de comunicación con el mercado, informando puntualmente de la situación de relativa estabilidad, y de las medidas que estaban siendo adoptadas, probablemente habrían conseguido también apaciguar mejor el pánico bursátil, y probablemente la impactante caída del Ibex habría sido sensiblemente menor. Realmente, en capacidad de comunicación y persuasión sobre los mercados, la Reserva Federal le saca bastante delantera al BCE.
Por otro lado, una segunda acción a tomar sería que la respuesta post-Brexit, tanto del BCE como del resto de instituciones europeas, indudablemente debería ser un unánime “Más y mejor Europa”. Dado lo incierto del momento, una excelente iniciativa pro-europea sería sacar a ondear la lucida bandera de la esencial unidad fiscal, tan reclamada desde hace años por algunos de nosotros. En todo caso, tengan muy en cuenta que no hay receta mágica: el Brexit es como una enfermedad grave, si conseguimos superarlo emergerá una Europa más fuerte, pero podemos perecer en el intento.
Sobre los (por mi parte) temidos efectos a medio plazo, habrá que evaluar conforme pasen los meses y el Brexit se vaya consumando, en especial en lo relativo a la tremenda inseguridad jurídica que supone la casi imposibilidad de negociar todos los acuerdos bilaterales necesarios con Reino Unido antes de que finalice el año. Esto es grave para Europa, pero recordemos que es mucho más grave para un Reino Unido que nunca quiso ponerse a resguardo en un mercado intracomunitario con la salvaguarda de una divisa común, y que ahora va a dar estabilidad a las exportaciones e importaciones de los socios de la Eurozona, mostrando por fin una de sus esperadas virtudes estabilizadoras. Da la sensación de que los británicos se han equivocado, y que todavía no son verdaderamente conscientes de lo que han hecho.
Mientras tanto, nuestro BCE tiene mucho más musculo financiero que un aislado Banco de Inglaterra para aguantar los futuros envites del mercado, y si no, que se lo pregunten a George Soros y que haga memoria de su pulso a la libra en 1992. Porque todo apunta a que vendrán más envites en algún momento. Esto es una entrega por capítulos, y, por el bien de todos, espero que sea más bien de la saga de Cheers que de la de The Walking Dead.
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