El día de ayer quedará marcado en la retina de muchos inversores. Se produjo un verdadero "Lunes Negro", en el que el pánico en el mercado llevó a la evaporación de billones de dólares en capitalización de mercado, hundió la rentabilidad de los bonos entrando negativo jamás visto y el petróleo, que ya se veía afectada por el paron de las cadenas de suministro, ha recibido otro golpe y va cuesta abajo y sin frenos.
Vimos unas caídas generalizadas en la bolsa de alrededor del 8%. La bolsa europea de referencia, el Stoxx 600, bajó un 7,96%, la estadounidense representada por el S&P 500, un 7,59% y nuestro Ibex 35 se vio vapuleado con unas pérdidas del 7,96%.
Cuando se hundió la bolsa estadounidense se llegó a provocar un corte automático de 15 minutos puesto en marcha después de la crisis financiera de 2008. Este tipo de caídas solo las hemos vivido en escenarios de grandes shock como el del referéndum sobre el Brexit o bien la crisis financiera.
Con las caídas que hemos visto en las últimas semanas, nos encontramos que el Stoxx 600 ha bajado más del 20% desde su máximo del 19 de febrero y el mercado estadounidense está a las puertas, por lo que, en lo que se refiere a las acciones europeas, hoy podría ser el primer día oficial de un nuevo mercado bajista (definido como caídas superiores al 20%).
Existe una confluencia de factores que vamos a analizar en las siguientes líneas. Por un lado, tenemos el coronavirus, con Italia totalmente cerrada, mientras la epidemia del coronavirus está afectando ya está teniendo un impacto económico afectando la cadena de suministros global. Y, por otro lado, una guerra de precios del petróleo entre Arabia Saudí y Rusia se suma a los temores de una recesión mundial a raíz de la crisis económica.
El coronavirus se expande, Italia opta por el cierre total cuando se sitúa a las puertas de la recesión
Italia ha cerrado el país. La pandemia es lo suficientemente importante para que el Gobierno italiano haya decidido que los 60 millones de personas de Italia solo podrán viajar por trabajo, razones médicas o emergencias hasta el 3 de abril. Todas las escuelas y universidades, que estuvieron cerradas en todo el país la semana pasada hasta el 15 de marzo, no volverán a abrir antes del próximo mes.
Por ahora, las cifras que tenemos de la pandemia en Italia son que desde el 21 de febrero, hemos visto unos 9.172 casos confirmados y 463 muertes, poniendo al sistema nacional de salud bajo una enorme presión.
Todas estas medidas hay que enmarcarlas dentro de la realidad económica italina debido a un enorme coste para la tercera economía más grande de la eurozona, que también tiene la segunda mayor deuda del bloque después de Grecia. La bolsa italiana, ya ha sufrido una caída del 17% desde el brote en el norte de Italia, y ayer se hundió otro 11%.
En todo este caos, hemos visto un hecho curioso: el sector bancario italiano está sufriendo una caída del 12,6% y la rentabilidad del bono del gobierno italiano a 10 años ha subido bruscamente. Esto es particularmente interesante porque la rentabilidad del bono alemán acaba de alcanzar un mínimo histórico cercano al -0,9%, lo que hace saltar las alarmas del país.
Y es que ese diferencial entre las rentabilidades de los bonos italianos y alemanes a 10 años ha sido un indicador muy vigilado de la salud del sector bancario italiano y no tiene buena pinta que se amplíe tanto en un escenario de tanta volatilidad.
Y es que en todo este tiempo los riesgos italianos no se han desvanecido en el país alpino. Alta deuda pública (132% sobre PIB), morosidad bancaria, problemas estructurales de competitividad y una falta de crecimiento económico que ha sido una seña de identidad del país en las últimas décadas. Recordemos que la economía italiana se contrajo un 0,3% en el último trimestre del año anterior, la mayor caída en seis años.
El hundimiento del petróleo tras la ruptura de la "OPEP+"
En otro orden de cosas, un nuevo movimiento ha aparecido en el mercado del petróleo. Los precios del petróleo se hundieron ayer en su mayor caída diaria desde la Guerra del Golfo de 1991, cuando los principales productores Arabia Saudí y Rusia iniciaron una guerra de precios que amenaza con introducir en los mercados mundiales de petróleo mayor oferta.
El problema existente es que hasta la fecha la "OPEP+" que integraba también a Rusia operaba conjuntamente en el mercado energético en los últimos tres años. Pero, ayer Arabia Saudí y Rusia dijeron que aumentarían la producción el fin de semana.
En primera instancia, Rusia se negó a apoyar a la OPEP para hacer un recorte de petróleo más profundo con los ojos puestos en dar la batalla a la caída sustancial de la demanda causada por el impacto del coronavirus en los viajes y la actividad económica. Se dijo que podría aumentar la producción y que podría hacer frente a los bajos precios del petróleo durante seis a diez años.
Visto este animo más bien poco cooperador con el que Rusia rechazó la propuesta de la OPEP, desde Arabia Saudí, el Príncipe Heredero Mohammed bin Salman dio luz verde para que el reino, el principal exportador de petróleo del mundo, bombeara a voluntad.
Arabia Saudí disfruta de unas reservas de 500.000 millones de dólares y una baja relación deuda/PIB del 25% que le da un amplio margen para pedir prestado.
El petróleo se hundió. El brent se perdió en un solo día el 24,1%, hasta situarse en 34,36 dólares por barril y, el crudo de West Texas Intermediate (WTI) cayó el 24,6%, hasta los 31,13 dólares por barril.
Esto llevó a un terremoto en el mercado de acciones en el sector energético. Los precios de las acciones de la energía se desplomaron y los productores de esquisto comenzaron a recortar el gasto en previsión de la disminución de los ingresos.
Las acciones de Exxon perdieron más del 12%, la mayor pérdida porcentual en un solo día desde el 15 de octubre de 2008, el punto álgido de la crisis financiera. Las acciones de Chevron cayeron más del 15%, la mayor pérdida desde la caída del mercado del "Lunes Negro" en octubre de 1987. Desde la óptica europea, el sector europeo del petróleo y el gas alcanzó su punto más bajo desde 1997.