El mes pasado dediqué una entrada a aquellos que abogan por el fin del dinero en metálico. A grandes rasgos, los que sostienen dichas tesis se justifican en razones de política monetaria y fiscal, que se traducen en dos términos: control absoluto. Creo que se vislumbraban los peligros inherentes a dichas prácticas, aunque, realmente, ya hace tiempo que hemos iniciado ese camino. La Caja de Pandora lleva semiabierta hace tiempo, tanto al menos como desde que se generalizo la moneda fiduciaria.
También comentábamos que dicho control absoluto no dejaría de ser, seguramente, una ilusión. El hombre, como los rios, como los mares, suele salvar los obstáculos artificiales que se le imponen y buscaría alternativas a dichas limitaciones. Hablábamos de divisas de otros países, de bienes de valor que se convertirían en moneda de cambio, etc. Y claro, ante la definitiva virtualización de nuestra moneda, algunos se pueden plantear que para eso mejor hacerlo con profesionales, mejor apostar por las divisas virtuales privadas, las emitidas por una empresa.
Alejandro ya nos comento en su momento el fenómeno del goldfarming vinculado al World of Warcraft, empresas dedicadas a recolectar oro en el citado videojuego para su venta posterior en Ebay. Una actividad lúdica, virtual, en la que se empleaba una moneda ¿ficticia? tenía su traslación a la economía financiera oficial, pudiendo llegarse a establecer un tipo de cambio euro-goldwow. Fascinante.
¿Puede ser esto una alternativa a las divisas oficiales?, ¿pueden configurarse de este modo monedas privadas?, ¿pueden servir como medio de pago fuera de su entorno original?, e incluso más ¿pueden devenir en un medio de ahorro e inversión? Con todas sus limitaciones, con todos los problemas que pueden acarrear, creo que la respuesta es positiva. Y para muestra, las intenciones del Gobierno Chino de prohibir el uso de estas monedas virtuales como medio de pago de bienes materiales.
En buena medida, el crecimiento de este tipo de divisas es una de las consecuencias lógicas del establecimiento de la moneda fiduciaria, de la arrogancia estatal a la hora de jugar con la impresora del dinero. Poco a poco se ha perdido el respeto por el papel moneda. Poco a poco la gente se va dando cuenta que todo es una convención, y que todo descansa en última instancia en el poder coactivo del Estado. Y claro, ya puestos a convertir las monedas en bytes, y en bytes sujetos al arbitrio de terceros, a algunos es posible que no les tiemble el pulso y prefieran la oferta privada a la pública.
Evidentemente esto choca con una de las características fundamentales de los Estados, como es el monopolio de la oferta monetaria. Quizás, solo quizás, frente a la muerte del mercado que pregonan algunos, esto suponga el principio del fin del Estado tal y como lo hemos conocido, víctima de sus propios excesos. Atención al papel que pueden jugar las Entidades de Dinero Electrónico en un futuro.
Vía | La Pastilla Roja
Más información | Francisco Hernández-Marcos
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