El S&P500, el índice que engloba a las 500 compañías más importantes de EEUU, es el santo grial del inversor. Es un índice cuya tendencia es siempre ascendente y muchos inversores confían a él su cartera, de una forma sencilla: indexándose y nada más.
Y aunque indexarse es siempre una buena idea de inversión, lo cierto es que lo que hemos visto en el último año es un simple espejismo. Esta subida tan brutal no es habitual y por tanto, tiene que haber correcciones en algún momento. Y la clave para evitar esta corrección no es hacer market timing, como ya desaconsejamos por estas páginas, sino diversificar.
Las caídas del S&P500
No hay que remontarse muy lejos para ver una caída del S&P500. La de marzo de 2020 es muy conocida. Desde el 10 de febrero de 2020 al 16 de marzo de 2020 el S&P500 cayó un 30%. En apenas un mes. Y sí, la recuperación fue rápida pero muchos inversores, no viendo el final a la crisis económica provocada por el covid-19 se salieron del mercado con fuertes pérdidas.
Remontémonos a otra caída relativamente reciente, la que empezó en 2007. Y ya que vamos a mirar períodos más largos, hablemos del índice "total return", para tener en cuenta también los dividendos. Un inversor que hubiera entrado en el mercado en octubre de 2007 no hubiera recuperado su inversión hasta abril de 2012. Cinco años simplemente para entrar en números verdes.
Pero podemos remontarnos incluso un poco más allá, al periodo pre-burbuja punto com. Un inversor que hubiera entrado en en S&P500 en agosto de 1999 no hubiera entrado en números verdes hasta octubre de 2006 (¡siete años!), pero si entonces no se hubiera salido del mercado y le habría tocado vivir también la crisis bursátil de 2007 y 2008, y hasta diciembre de 2010 no hubiera vuelto a ver números verdes (¡más de 10 años!).
Diversificar como fundamento
Por tanto, aunque el año que llevamos es estupendo en el S&P500 y aunque la década de 2010 ha sido fantástica (385% de subida), no hay que olvidar que pueden venir épocas malas, muy malas, con hasta 10 años sin remontar.
La idea detrás de toda esta explicación es que no es una buena idea estar expuesto únicamente al S&P500. Es importante diversificar. Al invertir en el S&P500 se está haciendo una buena diversificación de sectores (aunque las tecnológicas tienen un gran peso) y también regional (pues, aunque son empresas de EEUU tienen presencia en todo el mundo) pero se está obviando la diversificación de activos (solo se está invirtiendo en empresas cotizadas).
Añadir otro tipo de activos como bonos ayuda a amortiguar las bajadas y es por eso que las carteras tipo o los fondos de inversión siempre tienen un cierto porcentaje en bonos y otros componentes que no son estrictamente acciones.
Restar potencial pero evitar riesgos
Es muy cierto que en la última década una cartera basada únicamente en S&P500 habría batido cualquier combinación de acciones y bonos. Diversificar, en muchas ocasiones, resta potencial a la cartera. Pero el objetivo de esta diversificación no es ganar más dinero sino evitar riesgos. Una cartera con bonos la década de 2000 seguramente no habría estado plana y no habría tenido tanta volatilidad como el S&P500.
Hace poco comentamos la cartera permanente como protección ante las caídas y ya comentamos que dicha cartera (que tiene un 25% de acciones, 25% de oro, 25% de efectivo y 25% de bonos) ofrecía una volatilidad muy reducida ante los vaivenes del mercado, protegiendo el capital ante las crisis bursátiles de 1987, 2000 y 2007.
Quizá dicha cartera es demasiado conservadora, pero lo que demuestra es que diversificar permite reducir las pérdidas en los momentos malos y eso es fundamental a la hora de invertir.