Es muy probable que en los últimos días hayáis oído hablar sobre los denominados contratos de "cero horas" británicos o zero-hours contracts. Esta figura contractual ha existido durante décadas en Reino Unido pero se han convertido en rabiosa actualidad después de que el gobierno británico anunciase el pasado junio que iba a crear una comisión para investigar si estaban sirviendo de explotación laboral.
A su vez, medios como The Guardian o The Daily Mail se han echo eco del uso de esta modalidad contractual por parte de grandes empresas. Incluso el Chartered Institute of Personnel and Development (CIPD) ha criticado duramente el hecho de que más de un millón de británicos tengan contratos de cero horas. Pero, ¿qué es exactamente el contrato de cero horas? Esta figura contractual es inexistente en España y tiene un funcionamiento bastante peculiar, puesto que la empresa contratante obliga al trabajador a estar siempre disponible ante una eventual llamada de la misma y a mantener una relación de exclusividad con ella. Sin embargo, la compañía no tiene la obligación de garantizar al empleado que le proporcionará trabajo con una frecuencia determinada, así como el trabajador tampoco está obligado a aceptar cualquier llamada, si bien una negación puede traducirse en que nunca más vuelvan a llamarle.
Como consecuencia de esto, la inestabilidad económica y personal de los contratados bajo esta modalidad de contrato son altas. Del mismo modo, los sueldos percibidos suelen ser bajos: los empleados con este tipo de contrato cobran de media 236 libras (unos 273 euros) a la semana, frente a los 557 que percibe de media un trabajador británico.
Aunque es cierto que los contratos de cero horas, utilizados de una forma adecuada, podrían garantizar a las empresas una alta flexibilidad que les impulse a contratar en tiempos de incertidumbre económica, lo cierto es que su generalización no es buena para el mercado laboral. Por muchos costes empresariales que se ahorren, la incertidumbre económica generada por los mismos no es ética y no deben utilizarse para sustituir a los contratos convencionales.
La flexibilidad laboral es positiva para la economía como demuestra el hecho de que los países con mercados laborales más flexibles sean los que mejor estén sorteando la crisis económica en términos de bajo desempleo. Sin embargo, un abuso de la misma por parte de las empresas puede llevar a asemejar a los trabajadores a esclavos, y no creo que este sea el camino adecuado para levantar los cimientos de un país.
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