La pandemia se acaba. Es la frase que prácticamente toda la población mundial está deseando escuchar. Pero por desgracia, todavía no. Al menos en el plano sanitario. Porque en el económico se acaba ya, concretamente el 28 de febrero.
Ese día expiran los ERTE, los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo, las herramientas que el Gobierno puso a disposición de las empresas para que, en lo peor de la pandemia, cuando se decretó el cierre de toda actividad no esencial, se pudiera 'despedir' a los empleados sin despedirlos. Vaya, suspender su empleo de forma temporal con cargo al Estado.
Sin duda, los ERTE han tenido gran utilidad, pues de los 3,4 millones de afectados que hubo en su día, en el inicio de este 2022 apenas quedaban 124.000 personas en ERTE. Pero, a día de hoy, casi dos años después, cuando España encara la recuperación económica (aunque está costando), han perdido su utilidad y, no solo eso, el Estado ya no puede seguir sosteniéndolos.
Por ello, el próximo 28 de febrero acaban definitivamente tras varias prórrogas. ¿Qué pasará con la gente que todavía está en ERTE? Pues, probablemente, mucha acabe definitivamente despedida, pues las empresas que no han vuelto ya a la actividad difícilmente ya lo harán. Aunque todavía tienen una bala en la recámara.
Cómo seguir en ERTE una vez que acaben
Los ERTE por COVID se van a extinguir, pero la reforma laboral recién aprobada permite a las empresas acogerse al nuevo mecanismo RED, una especia de ERTE sectoriales que van a servir, sobre todo, para a los empleados de las empresas que no puedan seguir adelante.
Para ello, los negocios que se quieran acoger a este plan tendrán un mes de transición, según ha avanzado la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. En caso de que se les apruebe durante un año más (seis meses más seis meses) tendrán que presentar un plan de recualificación y la empresa que después los contrate tendrá una bonificación del 50% en la Seguridad Social durante un año.
Existe también la posibilidad de que se prorrogue el ERTE con motivo de la pandemia si se trata de un negocio que demuestre que todavía está afectado por ésta, pero los sindicatos ya avanzan que serán pocas las empresas que puedan acogerse a esta opción, pues los requisitos van a ser duros.
Y, por último, queda la opción de los ERTE tradicionales, también regulados en la nueva reforma laboral, pero más exigentes también, con unas condiciones muy diferentes a los ERTE-COVID.
Se espera que las empresas del sector turístico afectadas puedan seguir en ERTE, porque en su caso es claro demostrar que la pandemia todavía les está impactando. Pero en el resto de casos será más complicado...Veremos si el fin de este mecanismo se traduce en un aumento del paro.