La compañía eléctrica acaba de firmar un nuevo convenio colectivo que recoge la jornada intensiva para todos sus empleados en España (9.000). El horario laboral irá desde las 7.30 de la mañana hasta las 15.30 de la tarde. Habrá una horquilla de veinte minutos para entrar y salir.
La medida puede parecer revolucionaria y la empresa se apunta un plus en la mejora de la conciliación de la vida laboral y familiar de sus empleados.
¿Pero le supone algún coste para la empresa? Sus empleados trabajarán las mismas horas pero de forma continuada. Esto supondrá un incremento en la productividad ya que cuando la jornada es partida el rendimiento de los últimos momentos de la mañana y los primeros de la tarde el rendimiento suele ser menor.
La jornada partida era positiva cuando la gente vivía cerca de su lugar trabajo. La hora de comer suponía un momento de descanso en la que poder contactar con la familia. Pero en estos momentos, comer en casa supone pasar la mayor parte de la pausa en el recorrido para los que pueden. El resto tiene que comer en establecimientos de la ciudad. Esto supone que ocho horas de trabajo supone hasta doce horas fuera del hogar. Justo el resultado contrario al originario.
La jornada partida supone que se pase fuera de casa la mayor parte del día. El tiempo dedicado a los desplazamientos y a la pausa del mediodía se suman a la jornada laboral. Por el contrario en Europa está generalizado el horario continuo.
Si la medida es beneficiosa para la empresa y para los empleados, ¿por qué todavía muchas empresas tienen jornada partida?
Vía | Cinco Días