Bitcoin y el resto de cripto-monedas no se han venido distinguiendo a lo largo de los años por su transparencia, ni por estar exentas de una fuerte manipulación, ni tan siquiera por emerger como alternativa de dinero seguro tras casos de escandalosos robos a punta de bit de cripto-carteras, cuyos incautos poseedores las consideraban a salvo de los amigos de lo ajeno.
Tampoco Bitcoin se ha caracterizado (por ahora) por haber traído ese supuesto paraíso de devolución del poder financiero al pueblo. Lo cierto es que la fiebre de esta cripto-divisa embarcó a no pocos ciudadanos en una dañina ola de especulación extrema, que hizo que muchos perdiesen buena parte de sus ahorros, cuando no que se viesen inevitablemente abocados a esperar durante varios años con su dinero inmovilizado en Bitcoins, a la espera de “a ver cuándo se recupera y puedo deshacer posiciones sin pérdidas”.
Pero tras varios años de anodina letanía, especialmente en los últimos días tanto Bitcoin como las alt-coins han experimentado una espectacular revalorización, que recuerda por muchos motivos a las de otros (y efervescentes) tiempos. ¿Qué habrá movido en el mercado a Bitcoin&cía de semejante manera?
Bitcoin y sus cripto-amigos han demostrado que el mercado sigue vivo, y que sigue pudiendo mostrar una fuerza espectacular
En un mercado que, tras años de hibernación, había ido poco a poco ganando lentamente altura en silencio, lo cierto es que la fuerte reacción alcista vista en los últimos días no es para nada algo normal; ni lo es en Bitcoin, ni en las alt-coins, ni en ningún otro tipo de activo que se precie. Aquí ha pasado algo muy serio para que hayamos visto semejantes revalorizaciones de la noche a la mañana. Porque es que los porcentajes de ganancia son realmente apabullantes. Por que se hagan idea, si bien Bitcoin por su propia naturaleza algo más estable (si es que eso es posible en este mundo) siendo como es el rey del universo cripto, incluso esta cripto-divisa por antonomasia ha visto en las últimas semanas revalorizaciones porcentuales de cerca de tres cifras en apenas unos días. Y vaya por delante que otras cripto-divisas multiplican esa centena de revalorización por 2 y hasta por tres.
El dato que muestran las gráficas es que, poco después de mediados del pasado octubre, Bitcoin venía cotizando ligeramente por encima de los 11.000€. Y básicamente a partir de ahí es cuando empezó todo lo que ahora hemos visto con bastante estupefacción. En sólo cuatro días Bitcoin escaló por encima de los 13.000$, lo que supone una jugosa revalorización de alrededor del 20% en un breve plazo de tiempo; realmente, esto no tiene mucho de especial como hecho aislado, en un mercado como el cripto tan volátil y voluble. Pero en este caso la cosa no quedó ni mucho menos ahí, y posteriormente la escalada prosiguió e incluso se redobló incansable. En otros tantos días Bitcoin llegó casi hasta la barrera de los 14.000$, para luego ya el 5 de noviembre llegar a los casi 16.000$: llevamos ya desde los 11.000$ del 18 de octubre una espectacular revalorización de casi el 50%. La cosa empezaba a parecer que iba en serio.
No contentos con eso, desde entonces y hasta el pasado 24 de noviembre, Bitcoin (BTC) trepó hasta casi los 20.000$, acariciando una onerosa revalorización que arañaba el 100% en poco más de un mes, y arrojando un muy generoso 250% en los últimos 9 meses. Al mismo tiempo el virrey del cripto-mercado, Ethereum (ETH), superaba esa marca con un 350% en el mismo plazo. Ya quisieran para sí estos réditos muchos otros activos del mercado. Es cierto que desde entonces ha habido un cierto retroceso de Bitcoin hasta el entorno de los 17.000/18.000$, que mayormente vino pareció venir detonado (o al menos coincidió en el tiempo) por temores de que en EEUU se estrechase el cerco a las cripto (un temor recurrente). Pero no es menos cierto que, después de la contundente escalada precedente, una corrección así entra dentro de lo más normal, y supone una inevitable recogida de beneficios de los que quieren ir haciendo algo de caja tras la espectacular escalada de cotizaciones. De hecho, incluso a pesar de haber sufrido ya buena parte de esa corrección, las cripto-monedas seguían siendo el activo que mostraba mejor comportamiento en 2020. Y el tema ya no es sólo la tendencia relativa vista en los últimos días en el mercado, es que en términos absolutos Bitcoin vuelve a estar en los niveles de sus máximos históricos, alrededor de los 20.000$: toda una marca psicológica y técnica cuya superación parece que se tiene ahora al alcance de la mano. Y no sólo por cotización parecen haber vuelto (al menos momentáneamente) los días de vino y rosas para Bitcoin; al igual que en los viejos tiempos, hemos visto cómo de nuevo las tarjetas gráficas usadas habitualmente para minar cripto-monedas han vuelto a agotarse, ante la insaciable demanda de los cripto-mineros y la renovada voracidad de su apetito.
Pero y ¿Qué han hecho las otras cripto-monedas? Bueno, pues si lo de Bitcoin ha sido innegablemente espectacular, lo de otras muchas cripto-monedas ha sido ya literalmente de locura. Ha ello ha podido contribuir decididamente que las alt-coins son mercados mucho más estrechos, con mucha menos capitalización, y sensiblemente de menor volumen diario. La entrada de dinero masiva hacia esas otras hermanas menores de Bitcoin ha producido reacciones mucho más dramáticas, incluso entre las más emblemáticas. Así, hemos visto a Ripple (XRP) pasar de los 0,22$ el 2 de noviembre a los 0,72 el día 24, alcanzando una exuberante revalorización de casi el 230% en poco más de 20 días. Stellar Lumen (XLM) ha pasado de los 0,07 el 4 de noviembre a los casi 0,225 el día 22, en lo que supone haber ganado como un cohete alrededor de un 220% en poco más de 15 días. Y otras cripto-monedas con menor volumen como Verge (XVG) han visto un comportamiento igualmente explosivo, pasando de alrededor de los 0,003 el 4 de noviembre al entorno de los 0,008$ el 25 del mismo mes, lo cual deja un nada desdeñable rédito de alrededor del **170% **en poco más de 20 días.
Pero lo más chocante y sospechoso a un tiempo es que no parece haber razones aparentes que justifiquen semejante comportamiento y unas revalorizaciones tan brutales. En medio de una buena dosis de confusión y de no acertar a explicar qué diantres estaba pasando en el cripto-mercado, ha habido medios que han hablado de la victoria de Biden, otros que lo han achacado a nuevas perspectivas de adopción masiva tras la noticia de que Paypal iba a permitir a sus usuarios depositar y negociar Bitcoins, otros que han vinculado los movimientos a los siempre más volubles mercados de derivados… Si bien todo ello podría haber jugado su papel en unas condiciones normales del cripto-mercado, lo cierto es que ninguno de estos factores (ni su conjunción astral más conjunta) justifican ni mínimamente un comportamiento tan explosivo como el que hemos visto. Aquí hay mucha más “tela” de la que parece, porque si no no se entiende lo que hemos presenciado atónitos desde nuestras pantallas.
Como les decía, se mire por donde se mire, en este mercado ha pasado algo que debería poder explicar la entrada masiva de dinero a la que hemos asistido. Así que, aunque sea tarea harto difícil, vamos a tratar de entrever a continuación qué demonios puede estar pasando realmente en el cripto-mercado. Empezaremos a hacerlo echando un poco la vista atrás, para ser capaces de tener en cuenta en nuestro análisis también el siempre aleccionador pasado, que muchas veces es esencial para interpretar el presente, y proyectar el siempre incierto (y a veces oculto) futuro.
Bitcoin: esa mezcla de malogrado sospechoso habitual y de (todavía) prometedor futuro
Desde estas líneas ya saben que, a pesar de ser unos claros tecno-entusiastas, difícilmente somos tecno-desaforados, y tampoco solemos dejarnos llevar por pasiones más cegadoras que realistas. Así, ya en el pasado, aquí tratamos de evitar por todos los medios que nuestros lectores se viesen atrapados en aquella colosal burbuja de Bitcoin, ante la que tanto alertamos por activa y por pasiva. Y lo hicimos desde el mismo momento en el que se empezó a inflar, y no dejamos de hacerlo hasta que el cripto-mercado acabó por pinchar y caerse con todo el equipo: un proceso que fue todavía más dramático para muchas alt-coins que para Bitcoin. Es cierto que las revalorizaciones que trae toda burbuja pueden resultar muy seductoras (sobre todo a posteriori), pero la realidad histórica que muestran los datos del mercado es que, en estos procesos especulativos, son muy pocos los pequeños inversores que acaban sacando beneficio, y por el contrario la gran mayoría acaba atrapada en unos precios que, como ahora, tardan años en volver y devolverles su inversión inicial. Casi nadie suele salir en la cresta de la ola, cuando aún se está a tiempo de escapar de la debacle.
Eso sí, para algunos puede resultar muy duro despertar de la ensoñación más idealista que despertó (no sin motivos) Bitcoin y toda la libertad financiera que se suponía iba a traer (y que todavía puede hacerlo), hasta el punto de que esos algunos siguen en ciertos casos enrocados en la negación más sistemática de los muy censurables comportamientos que hemos visto en estos activos. Lo cierto es que, efectivamente, en Bitcoin y en sus cripto-compañeras vimos la formación y posterior pinchazo de una colosal burbuja especulativa según la definición más académica de lo que es una burbuja financiera. Pero es más, esta espiral inflacionista estuvo envuelta en una peligrosa falta absoluta de transparencia connatural al cripto-mercado, ante la cual muchos se escudaban en la sagrada (que lo es) privacidad que traía Bitcoin, sin querer ver que en muchos casos era utilizada por ciertos sectores dominantes del mercado para lucrarse en la más absoluta opacidad.
En el cripto-mercado, a un servidor siempre le resultó especialmente sospechoso e indicativo que hubiese una variedad extrema de diferentes cripto-monedas, muchas de las cuales no tenían razón de ser (alguna era hasta una cómica parodia para reírse del propio cripto-mercado, lucrándose con su “exuberancia irracional”). Pero eso sólo era un punto, porque otro aspecto todavía más revelador era la fuerte concentración de una inmensa mayoría de los tokens en circulación, al ser acaparados por tan sólo unos pocos poseedores. Esto en concreto hacía presagiar que ahí había ya mucho interés creado, auspiciado por unos pocos que podían fácilmente ponerse de acuerdo para dirigir las cotizaciones a voluntad. A todo ello se añadió la impunidad que otorgó el opaco anonimato que confiere Bitcoin y otros tokens de manera natural, lo cual, siendo algo idealistamente bueno en teoría, en la práctica regaló al lado oscuro del cripto-mercado la ansiada capacidad de dirigir las cotizaciones a voluntad. Y por motivos muy (des)humanos esto siempre ocurre hacia donde más interesa en cada momento, y con estación final (como siempre) en algunos particulares bolsillos.
Desde aquí siempre les dijimos que el problema real de nuestros sistemas financieros no eran realmente las entidades financieras, o el dinero en sí mismo, ni tan siquiera los bancos centrales. El problema real de lo muchas veces podrido de nuestro sistema somos nosotros mismos, y en concreto determinadas naturalezas humanas (especialmente presentes desde la sombra alargada de determinados países), que hacen avaro acto de presencia allá donde hay capacidad de ejercer políticas extractivas y de lucrarse a base del esfuerzo ajeno, evitando el esfuerzo propio. Y eso ocurre y ocurrirá con el dinero fiduciario, y también con cualquier forma de reserva de valor que caiga en las manos de algunos, incluido Bitcoin.
Así, el sueño de alcanzar por fin la libertad financiera con Bitcoin acabó hecho añicos (ojalá podamos reconstruirlo pero con mejores fundamentos), y finalmente se acabó por demostrar que, comportamientos de mercado y gráficas aparte, lo cierto es que toda la operación que se articuló en torno a aquella inmensa burbuja, en realidad fue orquestada por una única mano fuerte, que obviamente se lucró a costa de muchos pequeños ahorradores. Estos sufridos minoristas se dejaron guiar más por las creencias y las pasiones que por una cultura financiera de la cual renegaban (no sin sus motivos). Les advertimos de forma muy temprana sobre cómo sospechábamos de la existencia de una manipulación masiva cuando no era más que una mera hipótesis a la vista de las gráficas. E igualmente fuimos de los primeros en informarles cuando por fin llegaron las primeras evidencias tras una investigación, que demostraba finalmente la existencia de una única mano fuerte que conspiraba especulativamente desde las sombras del cripto-mercado.
Todo lo que se puede estar escondiendo tras este anómalo y espectacular “rally” del cripto-mercado
Y ahora, tratando de proyectar a futuro la actual tendencia del mercado, ¿Alcanzará ahora Bitcoin por fin esos 50.000$ (o incluso 100.000$) que algunos vaticinaban tan pasionalmente? ¿Se convertirá finalmente en un activo y en un refugio de valor fiable (pero de verdad)? Y entrando ya más a considerar que el posible lado oscuro esté haciendo otra de las suyas, trabajando un poco más en la hipótesis de que estas espectaculares revalorizaciones de ahora no sean más que otro comportamiento “anómalo”, un servidor valora dos posibles escenarios hipotéticos que pueden justificar esa hipótesis en el actual momento mundial. Semejante revalorización súbita, repentina, sin apenas justificación ni refrendo por parte de la economía real ni de una nueva legislación “cripto-amigable”, podría tener su origen o bien en una nueva lata de gasolina echada a la hoguera para provocar otra lucrativa ola especulativa que permita ordeñar a la vaca de nuevo por las manos fuertes que dirigen este mercado, o bien puede incluso tratarse de una opción todavía peor, que sólo el tiempo nos podrá desvelar.
Lo cierto es que un servidor siempre defendió, incluso en acaloradas discusiones con grandes firmas de la prensa económica internacional, que Bitcoin sería lo especulativo que fuese, pero que tuvo ya la propia condición de activo desde mucho antes de que esos economistas quisiesen admitirlo. Además, también es un hecho objetivo y contrastable que Bitcoin ya ha hecho en varias ocasiones y en varios países de forma clara como activo refugio, para ponerse a salvo de hiperinflaciones u otros desastres económicos. En un plano más general, y bajo determinadas condiciones de mercado, hemos visto incluso precipitarse a las bolsas y los bonos, mientras que Bitcoin incluso aguantaba sus cotizaciones o hasta subía. Ese comportamiento es la propia definición de activo refugio, aplicable al juzgar determinados comportamientos vistos en Bitcoin. En determinados momentos, ese comportamiento de “puerto seguro” permitió a los que apostaron por Bitcoin poner a salvo sus ahorros, en medio de auténticas olas vendedoras masivas por shocks financieros como los vistos en los últimos años. E igualmente, cuando Bitcoin se sumió en el silencio más sepulcral traído por la particular “noche de los tiempos” que finalmente acabó por atravesar el cripto-mercado tras el pinchazo, desde aquí hicimos honor a nuestro espíritu más contrarian, y no dudamos en analizarles que, lejos de estar acabada, aquí quedaba cripto-economía y futuro para rato.
Y la potencial proyección de futuro más intraquilizadora que les citaba antes sería que, ahora, alguien ha podido ver igualmente en Bitcoin un puerto seguro donde preservar el valor de su dinero. En un contexto mundial muy muy complicado, a juzgar por esa fuerte entrada de dinero en el cripto-mercado, podría haber alguien que cree saber (o que directamente sabe a ciencia cierta) que se avecinan en los próximos meses tiempos todavía más convulsos. Y esa hipótesis les puedo asegurar que estoy literalmente deseando que no se pruebe cierta en ningún caso. Jamás habría pensado que podría yo llegar a decir algo así, pero lo cierto es que estoy deseando que lo de Bitcoin y su subidón se trate simplemente de otro empentón especulativo, a pesar de lo censurable que también sería eso. En todo caso, eso sería infinitamente menos destructivo para nuestro mundo que lo que nos sobrevendría tras el hecho de que la mano fuerte del cripto-mercado sepa que aquí hay alguien preparando “algo”. Porque a veces todos nos limitamos a ver los mercados como un mero objeto de inversión, y nos olvidamos de que, además de eso, siempre son un termómetro de “cómo” y hacia “dónde” se mueve el dinero, y... si además aplicamos un poco de capacidad deductiva, puede incluso que el mercado pueda arrojar luz sobre el muchas veces oscuro (y hasta siniestro) “porqué”.
Pero el hecho que más impotencia puede producirles a algunos es que, en un mercado tan opaco como es el cripto-mercado por su propia naturaleza, ese “porqué” es algo que tal vez no sepamos a ciencia cierta ni ahora ni nunca. En ese caso, deberemos limitarnos a juzgar la realidad que ha acabado sobreviniendo, y a especular si alguien ya contaba con ello o si simplemente fue todo fruto de la “grandísima” casualidad (rara avis en los mercados, la verdad). Sea cual fuere el desenlace final y nuestra consciencia sobre él, con estos movimientos del mercado y los que pueden estar “a la vuelta de la esquina”, lo que es seguro es que unos ganarán y otros perderán, y esperamos que sea la mayoría la que gane, para lo cual es esencial respetar la tríada de oro de toda inversión: dedicar sólo algunos ahorros, mantener la mente fría, aferrarse al realismo no pasional, y si uno se ha equivocado, saber reconocerlo con humildad y deshacer rápidamente posiciones, antes de quedar atrapado en las pérdidas durante otros tantos años. Y es que, les guste o no según su dosis personal de auto-crítica, a la hora de invertir hay que mirar más hacia adentro que hacia afuera, y no mirar obsesivamente tan sólo a las pantallas que nos muestran las gráficas de comportamiento de los inversores que, en fondo, son la simple agregación de los pánicos y pasiones de cada inversor a título individual. Muchas veces tratamos de buscar las respuestas (y las culpas) exclusivamente en terceros, cuando en realidad están en buena parte en nosotros mismos.
Por eso recuerden siempre que, más que inversores, no debemos olvidar ni dejar de ser conscientes de que somos pequeños marineros montados en un cascarón de nuez. Así vamos surcando mares donde se nos cruzan auténticos transatlánticos, y donde suceden terribles tormentas y temporales, a veces más provocadas que la lluvia producida con cartuchos de yoduro de plata disparados a las nubes. Sean cautos, no se fíen de las apariencias, porque a ustedes les cuesta mucho esfuerzo y tiempo ganar un dinero que otros quieren que cambie de manos sin el más mínimo esfuerzo. Es la historia del mercado y de la inversión, y seguirá siendo igual sea cual fuere el activo que cambia de manos transfiriendo el valor de los pequeños bolsillos a las grandes sacas, o también a sacas pequeñas que se van haciendo grandes ante la falta total de ética de mercado en algunos. Y eso en el "menos peor" de los casos, porque también los hay que sólo explotan el sistema para mantener su riqueza y su poder a salvo de la corrosiva destrucción a la que ellos mismos lo abocan.
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