Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, continuo con mi propósito de recoger en distintos posts la mecánica habitual en materia de blanqueo, fraude fiscal o evasión de capitales. Después de hablar de la modalidad más hispánicamente conocida, la relacionada con el sector inmobiliario, toca ahora con otra modalidad vieja, muy vieja, tanto como la noche de los tiempos. Sin embargo, hasta hace relativamente poco era desconocida para los no iniciados. En el mundo islámico es conocida como la hawala, aunque existe en otras muchas comunidades, y en esencia, el origen de nuestra letra de cambio se basa en la misma mecánica: una compensación de saldos entre corresponsales internacionales. Y , entre nosotros, viene a ser la versión rudimentaria de lo que ocurre con las transferencias bancarias ordinarias, especialmente las internacionales.
¿Cómo funciona? Pensemos en una persona X que reside en un país y que cuenta con una fuerte suma de dinero. Supongamos que ese dinero es una suma no declarada, en efectivo. Quiere sacarla de país, pero bien por motivos fiscales, bien por que no existe la libertad de circulación de capitales, tal propósito a través de una transferencia ordinaria no es posible. Ni recomendable. Tampoco le parece recomendable cruzar la frontera cargado de billetes. ¿Qué puede hacer?
Recurre a un intermediario local, corresponsal A. Este cuenta a su vez con un corresponsal B en un país de fiscalidad relajada, discreto y seguro. El corresponsal B tiene un cliente C que desea introducir una suma equivalente en el país de nuestro protagonista, a favor de pongamos D . Y dicha suma debe hacerse en efectivo (pongamos que se para financiar pagos B de cualquier naturaleza). Ambos corresponsales cuadran ambos importes. El corresponsal A recibe en metálico la cantidad citada, que nunca saldrá del país y será entregada a D. El corresponsal B por su parte, recibirá los fondos de C y los ingresará en una cuenta abierta a nombre de X en ese bonito país. Todo ello con sus correspondientes comisiones. El efecto final es el de una transferencia, pero sin que cante en el sistema bancario del país de X. Es más, nuestro amigo X puede estar contribuyendo a la financiación de gente que ni sospecha.
Evidentemente hay muchas modalidades. Los intermediarios suelen operar muchas veces con dinero propio, no siempre van a coincidir dos operaciones en el tiempo, pero la idea es que al final del periodo las cifras cuadren, para lo que es necesario que el sistema sea usado con habitualidad. Y a fé que lo es.
Es evidente que el sistema descansa sobre la confianza mutua. Hablamos de sumas destacables y debe haber confianza ciega de los clientes hacia los corresponsales y de estos entre si. De ahí que subsista entre comunidades étnicas cerradas y con una gran población dispersa a lo largo del globo terráqueo. Sin embargo, no es patrimonio exclusivo de ellos, existiendo profesionales financieros occidentales que se han dedicado a este tipo de prácticas ajenos a cualquier grupo étnico.
Recordad: en ocasiones, la mejor manera de salvar un obstáculo no es saltando sobre él, basta con rodearlo adecuadamente,
En El Blog Salmón | Ladrillos, fraude fiscal y blanqueo: caso clásico
Más información | Dinero, Raíz Emprendedor
Imagen | marcopako