Ya hace meses que uno se barruntaba que el populismo del PP les iba a animar a dar forma a medidas para congraciarse con el electorado empresarial, el mismo que han machacado reiteradas veces (la última con la broma de las cotizaciones de Bañez). Cuando he leído su discurso del debate sobre el estado de la nación se han confirmado: la ultima ocurrencia de Rajoy es establecer preavisos obligatorios de no renovación del crédito.
Así, como la primera de las medidas legales que el caballero que nos gobierna va a tomar este viernes para mejorar la financiación de las pymes nos encontramos con esta disposición imperativa, que ya nos comentaban en Pymes y Autónomos. Atentos al párrafo que no tiene desperdicio:
Primero, más garantías para las empresas. El establecimiento de una obligación de preaviso de las entidades financieras de, al menos, tres meses, cuando se vaya a cancelar o reducir notablemente la financiación de las Pymes. Asimismo, las empresas tendrán derecho a conocer la información crediticia que tienen las entidades sobre ellas, para corregir los errores que éstas tengan, que perjudiquen su imagen de solvencia y dificulten su acceso al crédito.
¿Cómo funciona el crédito circulante para las empresas?
Para aquellos que no conozcan el tema de la financiación a corto de las empresas se hace necesaria una breve introducción. Las (mayoría de las) empresas tienen una situación de tensión tesorería permanente. Desde un punto de vista positivo por el desfase entre los plazos de cobro y pago, a lo que sumamos en algunos casos los procesos de fabricación. Si a esto le acompañamos los posibles morosos, las caídas en las ventas o los rotos que puede originar el sistema fiscal (IVA), nos encontramos con que la empresa suele tener la necesidad de cubrir ese suelo financiero que desaparece bajo sus pies, bien con fondos propios, bien con fondos ajenos, siendo esto último lo más habitual.
¿Cómo se hace esto último? Fundamentalmente de dos maneras.
Por un lado a través de lineas de crédito puro, crédito en cuenta corriente, créditos personales, es decir, una suerte de cuenta corriente con un limite máximo de saldo deudor del que se pude disponer. Generalmente se pagan los intereses trimestralmente, y al vencimiento de la misma, se devolverá el saldo dispuesto, que habrá ido oscilando en función de los cobros y pagos que se hayan girado a través suyo. Y es de ABC que a vencimiento hay que contar con el dinero dispuesto, sin perjuicio de que nos cavan renovando la linea, cualquier empresario lo sabe.
Estas lineas de crédito se articulan generalmente a un año, en el mejor de los casos a tres a través de un sistema de prorrogas tácitas anuales para evitar los gastos de formalización.
Por otro lado tenemos las lineas de descuento comercial, de factoring, de anticipo de facturas de exportación, etc, es decir, aquellas en las que nos adelantan importes contra nuestras ventas a 30, 60, 90 días. Generalmente se fija un limite máximo durante un periodo de un año, si bien el banco se reserva el aceptar o no el anticipo de cada remesa concreta.
También se suele fijar un límite de un año, o menos incluso, y es la formula de financiación empresarial favorita de la banca si los clientes a los que vendemos son de calidad, siendo generalmente más barato que el crédito puro.
Quédemonos con que con la financiación a corto estamos permanentemente presentando documentación para que estudien esos límites que comentamos, pues si son a 12 meses, antes de que venza, un mínimo de 1 o 2 meses antes del vencimiento.
¿Qué ha ocurrido con esta financiación a corto?
Con los primeros síntomas de la crisis, de la falta de liquidez, se restringió enormemente el crédito a corto, el único sobre el que la banca puede actuar, pues sobre los préstamos a largo que están dados difícilmente se pude actuar. Además, en una relación de retroalimentación, el cierre se producía especialmente en las lineas de crédito puro, donde la banca sabe que no es necesario vender para financiarse, y que son usadas generalmente para ir tirando (hasta morir). Generalmente a vencimiento no se renovaban y como mucho se admitía la refinanciación del saldo dispuesto en préstamo,es decir con cuotas de capital e interés.
También se cortaban las lineas de descuento,aunque en menor medida, salvo las vinculadas al sector inmobiliario que se cerraron masivamente.
Así, la empresa española, especialmente la pyme española, frecuentemente infracapitalizada y con fondos de maniobra ridículos se encontraba con que debido a estas restricciones crediticias, a la ausencia del boom de hipercompetencia bancaria de la que había gozado hasta la fecha, se venía abajo ese crecimiento con bases endebles, y prácticamente desaprecia una modalidad crediticia, la del crédito en cuenta corriente, que siempre ha sido un producto idea para fiestas financieras sin disciplina.
¿Qué propone Rajoy?
Pues que los bancos, como si las pymes fuesen menores de edad, recuerden a las empresas con esa antelación que el crédito vence y que no se lo van a renovar, que los créditos hay que devolverlos. Increíble pero cierto.
Entiendo que se refiere básicamente a las pólizas de crédito, pues todo el tema de descuento comercial o anticipos se negocia remesa a remesa. Pero incluso en las lineas de crédito no parece tener mucho sentido que se formalice hoy un crédito, con una documentación X y prácticamente a los 4 o 5 meses nos vuelvan a solicitar la misma documentación en esencia para antes de los 9 meses decirnos que no nos renuevan el crédito. La parálisis por análisis.
Y es que eso va a pasar, de sacarse adelante esta ley, y como es lógico, todos los bancos van a mandar una comunicación al poco de formalizar el crédito diciendo que ese crédito no se renovará. Y a partir de ahí se estudiará un crédito nuevo dentro de unos plazos lógicos. ¿Se habrá conseguido algo? Nada, salvo enmarañar el proceso y complicar aún más el mercado crediticio de las empresas.
Claro que si recordamos la segunda parte de la proposición, todavía más populista que la primera entenderemos de que va esto:
Las empresas tendrán derecho a conocer la información crediticia que tienen las entidades sobre ellas, para corregir los errores que éstas tengan, que perjudiquen su imagen de solvencia y dificulten su acceso al crédito.
¿Y quién le ha dicho al Gobierno que la información crediticia sobre las empresas tenga errores?, ¿A qué información se refiere, más allá de la que aportan las propias empresas, o la que figura en CIRBE (regulada por Banco de España), Ficheros de Morosidad (de acceso directo para lo titulares) o empresas de informes comerciales (que se nutren de los ficheros de morosidad y del Regiustro Mercantil)?
Al leer esta propuesta me he acordado del fiasco del ICO Directo (ese que defendían aquellos que criticaban el análisis de riesgo de la banca) o los comisarios financieros extremeños para pymes, brillantes ideas que demuestran el sustrato ideológico común entre el PSOE y el PP.
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