En un reciente post sobre las monedas sociales comentaba que hablar de banca privada (de propiedad privada, no de segmento de cliente) en los términos en los que lo hacen algunos es excesivo, ya que generalmente esa banca privada cumple claras funciones de terminales estatales, incluso los asemejé con un viejo negocio que todos conocemos. ¿Hablamos de banca privada o de estancos bancarios?
Al leer este post de bancalaire sobre la creación de una red bancaria sobre los Tabac, un equivalente en Francia a nuestros estancos (sin paralelismo al 100%), no he podido por menos que sonreír. Parece que el círculo se cierra, una suerte de broma del destino, de invitación a no dejar caer en el olvido ese comentario.
Un estanco, concesión administrativa por la gracia estatal
Antes de entrar con el asunto bancario propiamente dicho, conviene recordar qué es un estanco. Un estanco no deja de ser una concesión administrativa. El Estado, reservándose en la península la distribución minorista del tabaco adjudica un numerus clausus de concesiones. Hace años era por concurso. Ahora que la recaudación aprieta vamos a pasar a un sistema de subastas.
Sin profundizar en el negocio de los estancos, digamos que el margen de maniobra de los estanqueros es muy limitado, en parte por la regulación sobre el producto principal que comercializan, y en parte también por el carácter concesional de su negocio. En esencia, no dejas de ser un comisionista puro y duro, que difícilmente puede plantear una estrategia de marketing diferenciada, ni realizar determinados promociones de precio, ni publicitarias, ni...que no estén dentro de dicho marco legal.
Y sin embargo ha sido un excelente negocio, un negocio que ha generado mucho dinero incluso en los años recientes en que la Administración intentaba quitarles con una mano lo que les daba con la otra. Como la Banca.
Ahora permitidme recordar el pasado reciente de los estancos. Era habitual afirmar que bajo el franquismo los estancos se otorgaban a personas afectas al régimen. El imaginario solía recurrir a la figura de la viuda o del huérfano de reconocidos políticos, de determinadas fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, etc. Era una forma de concederles una pensión vitalicia sin que ésta afectase directamente a las arcas públicas, y un modo de premiar a los afines (y de castigar a las notas discordantes). Desconozco vuestra experiencia, pero el perfil de muchos estanqueros o estanqueras de aquella época, que conocí ya siendo mayores, era ése.
No podías ser estanquero si te significabas contra el Poder. Afortunadamente esta discrecionalidad se ha rebajado o ha desaparecido, pero lo curioso es que en otras áreas de actividad no ocurre así.
Al que se mueve le quitan el Banco
Primera mitad de los años 90. Banesto es intervenido. Diga lo que diga Mario Conde, o sus TV Movies, la situación del banco era muy mala, nefasta. Las causas pueden ser muchas, dolosas, imprudentes o de mala suerte. Da igual y no es importante en este post. Lo relevante es que había más bancos en una situación tan crítica como la de Banesto, y no fueron intervenidos.
Me refiero por ejemplo al Banco Central Hispano, cuya fusión con el Santander fue precipitada por el Banco de España, a los pocos años de la intervención de Banesto. El Central Hispano no era viable en solitario, y tras haber digerido Banesto, la misión del Santander era sepultar al zombie Central Hispano.
Más allá de asuntos penales, cabe preguntarse cuáles eran los motivos que llevaron a no intervenir dicha entidad. Pues quizás la principal diferencia entre uno y otro es el que el presidente de Banesto no disimulaba sus ambiciones políticas y el del Central Hispano apoyaba, como es tradición en la banca, el status quo. O parafraseando a Botín, la banca siempre ha apoyado y seguirá apoyando al Gobierno de España (sea cual sea, y haga lo que haga.
Los hilos que van del Estado a la Banca (I)
Repasemos esos hilos entrecruzados que vinculan al Estado y a la Banca, a la banca privada que tanto inquieta a algunos. Para empezar, no hay banco sin ficha bancaria. No basta con cumplir el mínimo legal de capital social, con tener la forma jurídica adecuada, etc. Si no hay ficha bancaria no hay banco. Y es el Banco de España (o el Gobierno, que es lo mismo, por mucha independencia que se reclame), el que la da o no la da.
Históricamente conseguir ficha era complicado. Muy complicado. No gustaban determinados perfiles, como por ejemplo aquellos que no proviniesen del mundo financiero estrictamente. Grandes empresas de distribución intentaron conseguir ficha bancaria en España y la respuesta fue nones. No daban el perfil.
La banca extranjera, para poder operar en España y conseguir fichas bancarias, fue obligada a comerse los marrones que pululaban por el Fondo de Garantia de Depósitos, los bancos intervenidos en la crisis bancaria de los 80. Si querían tener sucursales en España les obligaban a sanear esos Bancos que había autorizado el Banco de España y que se habían ido al traste. Así entro Barclays, Citibank, etc...un traspaso de estanco, si se me permite la broma.
Por supuesto, con la Unión Europea, la libre prestación de servicios, el pasaporte financiero europeo, internet, etc, el tema de la ficha bancaria pierde su importancia en buena medida, aunque no en toda. Pero no se vayan que aún hay más
Los hilos que van del Estado a la Banca (I)
Cualquier toma de participación en un Banco era mirada con lupa por el Banco de España, que tenía una serie de herramientas para desmontarla si no la consideraba adecuada para sus intereses financieros. Eso ocurría en nuestro país y en todos los colindantes, de un modo más o menos descarado. En esa banca privada no entraba cualquiera, no bastaba el dinero. Había que merecerlo a los ojos del poder político.
Hoy por hoy, y tras algunos escándalos como los ocurridos en Italia, la cosa se ha relajado, pero cualquiera sabe que más te vale no entrar en un banco con la hostilidad del Gobierno de turno si no lo quieres pasar muy mal. Ese Gobierno y ese Banco Central tienen los resortes para realizar una inspección tras otra, bien por el equipo del Banco de España, bien por el Sepblac, bien por Hacienda, bien por Consumo, y trabar totalmente tu actividad. En un negocio tan sumamente apalancado como el de la banca esa parálisis es la muerte, a poco que te digan provisiona allí, dota acá, o ese producto fiscalmente no me convence.
Los Gobiernos, los Bancos Centrales, son los que acuerdan en normativas como Basilea un marco internacional regulatorio para la Banca Privada. En ese marco, determinan algo tan básico para entidades que funcionan con la reserva fraccionaria como el riesgo que suponen los distintos activos, el capital que han de tener para funcionar, cómo consumen dicho capital las distintas inversiones que hagan, etc...no es casualidad que se defienda, por parte de esta normativa, con un par, que la deuda pública no tiene riesgo (y es que la primera financiación que hay que garantizar es la estatal), o que la inversión inmobiliaria estuviese menos penada que la industrial (ya sabemos que el ladrillo da más juego fiscal).
Los Bancos Centrales, en tanto bancos emisores, son los generadores del dinero primigenio, pero cuentan además con los mecanismos necesarios a a través de los coeficientes de reserva o de los indicadores de consumo de capital que he comentado para determinar el grado en que la Banca amplifica dicha generación de dinero (que será más o menos limitada en función de los intereses de turno).
Conclusión y cierre
Podría seguir poniendo muchos más ejemplos (convenios de financiación que los Bancos se ven obligados a firmar, colaboración sí o sí en embargos bancarios telemáticos, funciones parapoliciales en materia de blanqueo, jugar al trile para evitar la monetización de la deuda publica prohibida en la UE, etc), pero creo que queda claro que la relación de simbiosis entre el Estado, su Banco Central, y la Banca privada es total. Podemos discutir quién está encima de quien, pero que se necesitan, que conviven, que colaboran, es algo palmario, hasta tal punto que a veces no se sabe muy bien donde empieza lo uno y donde termina lo otro. El caso es que hay negocio para todos.
Es difícil hablar de banca privada cuando se reconoce abiertamente que los prestamos libres, por ejemplo, han muerto, justificándolo en base a que si los Gobiernos se han autolimitado el endeudamiento, la banca privada también debe hacerlo. Lo curioso es que en un caso se autolimita el posible deudor, y en otro se quiere limitar desde fuera al prestamista. Poco tiene que ver, salvo que recurramos a ver la realidad, y es que este estanco bancario es del banco en tanto cuanto venda los cigarrillos cómo y quien quiera el que se lo dio.
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