Desde la crisis bancaria europea, se ha buscado la vía para proteger a los contribuyentes y también a los depositantes de las entidades financieras. Como parte de la Unión Bancaria, los grandes bancos poseen en su más del 80% de todos los activos bancarios de la Eurozona son supervisados de la misma manera a través del mecanismo único de supervisión, que consiste en que el BCE y los supervisores nacionales vigilan de cerca los riesgos en la estructura de su balance.
Pero esto no acaba aquí, los líderes europeos a día de hoy están discutiendo cómo implementar una mayor protección, con una mayor consistencia, para los depositantes minoristas que pueda funcionar a nivel europeo avanzando así en la unión bancaria.
Y la medida que pretenden llevar a cabo es un plan de seguro de depósitos europeo creen que sería una vía para proteger a los depositantes sin importar cuál sea su país de residencia dentro de la Unión Europea. La combinación de recursos podría facilitar el manejo de quiebras y crisis financieras sistémicas que superarán las capacidades nacionales sin tener que recurrir al dinero público.
Este esquema también debilitaría el clientelismo existente entre los bancos y sus respectivos gobiernos nacionales, ya que los bancos dependerían menos del dinero público en tiempos de crisis punto y recordemos que en caso de España, el rescate bancario, o mejor dicho de las cajas de ahorro, nos costó 64.000 millones de euros.
¿Qué se garantiza hoy por hoy?
Por ahora, dentro de la Unión Europea, los esquemas de garantía de depósito se organizan a escala nacional, aunque se han acordado ciertos niveles mínimos a escala europea. Según las normas de la Unión Europea, se garantiza 100.000 euros por depositante.
Para entenderlo, en España, si una pareja tienen 120.000 euros en una cuenta corriente en un banco, lo tienen todo garantizado. Por el contrario, si tienen 220.000 euros, solo tendrían garantizados 200.000 euros.
Se exige a los Estados miembros que recauden fondos de al menos el 0,8% (o, en algunos casos, hasta el 0,5%) de los depósitos cubiertos en ese Estado miembro. Esta medida se promulgó en 2014, otorga a los Estados miembros hasta el 3 de julio de 2024 para aumentar este monto objetivo.
Ciertos estados miembros cuentan con diferentes esquemas organizados por diferentes grupos bancarios como cajas de ahorros, bancos por activos, bancos pertenecientes al sector público o privados.
Más allá de la esfera nacional: El seguro a escala europea
Desde desde algunos miembros de la UE se cree que un esquema de garantía de depósito nacional determinado no puede cubrir las pérdidas del depositante en el caso de un default bancario importante, los contribuyentes podrían tener que cubrir el déficit, que a su vez podría dañar las finanzas públicas de ese país. La crisis financiera mostró que los problemas bancarios no se detienen en las fronteras nacionales.
Pero existe un problema... En el caso del plan de garantía de depósitos, la desconfianza entre los países de la Eurozona es tan grande que ni siquiera podrían ponerse de acuerdo sobre una hoja de ruta para comenzar las negociaciones políticas.
Por ejemplo, Alemania y los países nórdicos se oponen a dar el último paso de la creación de un seguro de depósitos compartido ahora. La razón es la preocupación de que en algunos países los bancos todavía estén expuestos a altos riesgos debido a las decisiones de crédito e inversión anteriores, en otras palabras, demasiada morosidad bancaria.
Eso podría significar que, de llevarse a cabo, se podría pedir a Berlín que ayude a reembolsar a los depositantes de bancos en quiebra en otros países.
Esta posibilidad no hace especial gracia, si tenemos en cuenta a países como Grecia con una morosidad bancaria del 45%, en Chipre del 28%, en Portugal del 11,7% y en Italia del 10%. Con estas cifras, el norte de Europa lo tiene claro: primero que el sur arregle sus respectivos sistemas bancarios y, más adelante, hablaremos de esfuerzos conjuntos.
Hoy la la morosidad bancaria del la Eurozona se encuentra en el 3,6%, por lo que los diferenciales son amplios con los países periféricos de la UE.
Llama la atención Grecia que, a pesar de su mejora en estos años, al final del primer trimestre, los bancos griegos seguían cargando 80.000 millones de euros de créditos dudosos, lo que significa que su ratio sobre el total de préstamos era del 45,2%. Y el objetivo del sistema bancario griego es reducir la proporción por debajo del 20% para finales de 2021 niveles que seguiran quedando muy por encima que los niveles de morosidad europeos.