Esta semana, justo antes de Navidad, nos hemos enterado que se acababa de acordar la fusión entre los dos fabricantes europeos. La alianza de PSA Peugeot-Citroën y Fiat Chrysler Auto, cuyo nombre no ha acabado de determinarse, deja el grupo resultante como cuarto fabricante mundial de automóviles, el quinto si no contamos a la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi.
La presión del creciente segmento de los coches eléctricos, la necesidad de ganar peso por parte de PSA, la complementariedad de los mercados (Norteamérica y Europa) y en general la falta de alternativas, han hecho que ambos fabricantes se fusionen en un grupo gigante, pero con muchos problemas a resolver.
El grupo resultante, un gigante a ambos lados del Atlántico
Las cifras del grupo resultante ya impresionan, actualmente se entregan 8,7 millones de unidades anuales, 170 mil millones de euros de ingresos, beneficio de más de once mil millones de euros. Ha sido necesario poner de acuerdo a las familias Peugeot, Agnelli (a través de EXOR) y al estado francés, así como al fabricante chino Dongfeng Motors. Las participaciones de la familia Peugeot, EXOR, BPIFrance y y DFG estarán bloqueadas durante siete años. Carlos Tavares será director ejecutivo (CEO) y John Elkan de la familia Agnelli el presidente de la misma. La empresa cotizará en las bolsas de París (Euronext), Milán y Nueva York.
Ambos fabricantes ocupan un lugar destacado en Europa, con una posición algo menos relevante en EEUU, un fuerte presencia en Latinoamérica y presencia en China. Además es el fabricante del que más dependen países como España o Italia. Esto se marca en las necesarias fusiones y adquisiciones en las empresas europeas. Si la industria europea quiere ser capaz de competir con las chinas o las estadounidenses, toca fusionar empresas para alcanzar gigantes que puedan hacer frente a los gigantes norteamericanos y los que se están creando en China.
También suman un rosario de marcas de coches: Abarth, Ambassador, Alfa Romeo, Citroën, Chrysler, Dodge, DS, Fiat, Jeep, Lancia, Maserati, Opel, Peugeot, SRT, RAM y Vauxhall. Además de los fabricantes de componentes Faurecia y Mopar. Poco tienen que ver muchos de estos fabricantes entre ellos, situados en lugares tan dispares como París, Milán, Turín o Detroit. A esto hay que añadirle que las empresas al llevar tanto tiempo trabajando por separado, tienen muchas plataformas para algunos modelos que van a competir entre sí y que duplican. Se va a tardar muchos años en poder aprovechar las sinergias. Según la Nota de Prensa al menos cuatro años para 80% de las mismas. Estas se estiman, sin cierre de plantas, en 3.700 millones de euros anuales y tendrán un coste 2.800 millones de euros.
Eso sí, si se podría poder aprovechar las gamas de PSA en EEUU, aunque sus coches estén más definidos para el gusto europeo, es cierto que existen fabricantes como Dodge, Chrysler y Alfa, que necesitan ampliar su gama. Berlinas y modelos compactos originales de Opel y Peugeot pueden servir como base para regenerar las gamas de estos fabricantes, así como usar los modelos de estos en las gamas europeas. Adicionalmente el uso de componentes comunes va a ayudar a estandarizar la fabricación que ha habido hasta ahora.
En cambio queda por ver cuántas de estas marcas seguirán existiendo varios años después. Nuestros compañeros de Motorpasión citan varias marcas en peligro de desaparecer: Abarth, Alfa Romeo, DS, Dodge, Chrysler, Lancia, Maserati y Vauxhall tienen más papeletas. Tengamos en cuenta que como ya comentamos, el grupo resultante tendrían una mayor cantidad de marcas que cualquier otro fabricante del mundo. Sólo Volkswagen se le acerca en el número de marcas. Algunas de ellas, estaban en peligro antes de la fusión de las empresas. No obstante, han afirmado que no pretenden eliminar ninguna de ellas. Se hace complicado de creer.
¿Y el restante mercado Europeo?
Lo primero es que no creo que vaya a tener un fuerte problema de falta de competitividad en el mercado europeo. Seguirán compitiendo en Europa los de Wolfsburgo con sus marcas Audi, Seat, Skoda y Volkswagen, Renault-Nissan y Mitsubishi, BMW y Mini, Mercedes, Volvo, Hyundai-KIA, Toyota y Lexus, Mazda, Juaguar y Land Rover, Ford… Además los fabricantes chinos ya están entrando en el mercado, y poco a poco su presencia va a ser mayor.
Dado que ambos grupos tienen sobrecapacidad (PSA heredada de Opel y FCA en general en la fabricación italiana), se va a incrementar la presión sobre las distintas fábricas del grupo, especialmente las situadas en países no esenciales como España, Portugal, Marruecos o Polonia. Es poco probable que se recorte la producción y el empleo en Francia, Italia o EEUU, los países origen de estos fabricantes. También sucede que el fabricante chino Dongfeng Motors va a tener una posición menos relevante en el grupo de la que tenía en PSA, pero a cambio consigue tener una situación estratégica para cuando algunas de estas marcas acabe introduciéndose en el mercado chino. Por ejemplo Opel, que aunque no lo está, sí lo están algunos de sus modelos vendidos como Buick en China y fabricados en conjunto con socios locales.
Pregunta a los lectores, ¿tendrá éxito el fabricante resultante de estos gigantes o acabará siendo un error que arrastre a ambos al olvido? ¿Será capaz Carlos Tavares de darle la vuelta a la tortilla? ¿Cómo reaccionarán el resto de fabricantes, especialmente europeos, al ver que un nuevo gigante se acaba de formar en casa?
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