La crisis por impagos en las hipotecas en Estados Unidos ha sacudido los mercados financieros. En España no ha llegado para tanto pero los datos de morosidad muestran que se ha incrementado. Incluso para los préstamos hipotecarios, los últimos que dejan de pagarse porque supone perder el techo donde vivimos.
¿Es una sorpresa? Se puede culpar a parte del incremento de la morosidad a un cambio de ciclo económico. Hemos vivido unos años de fuerte crecimiento económico que mantenía los niveles de morosidad en niveles muy bajos. En este período los préstamos se han multiplicado especialmente en el sector hipotecario. Las razones han sido varias:
- Se han sumado dos generaciones a la hora de comprar vivienda. La que le “tocaba” y la anterior que padeció una fuerte crisis económica con altos niveles de desempleo que retrasaban el momento de adquisición de la vivienda.
- La caída del tipo de interés que llegaron incluso a ser tipos reales negativos al ser inferiores a la inflación, lo que abarató el endeudamiento e incrementó su demanda.
- La conjunción de los puntos anteriores provocó un aumento del precio de la vivienda con lo que no sólo se formalizaron más préstamos hipotecarios sino que éstos eran de mayor importe. A estos tres argumentos se suma el aumento de competencia en el mercado bancario debido al crecimiento de las grandes cajas de ahorro fuera de su ámbito geográfico original, a la aparición de bancos por internet y a la actuación más agresiva de bancos extranjeros. En un mercado tan competitivo como el bancario, para lograr arañar cuota de mercado a las entidades ya establecidas deben mejorar los precios (los diferenciales sobre el Euribor) o conceder aquellas operaciones que otras entidades no estuvieran dispuestas a dar. A su vez las entidades ya instaladas debían cuidarse mucho de denegar operaciones ya eso supondría no sólo dejar hacer una operación crediticia, como antaño, sino perder todo el cliente (tarjetas, cuentas, fondos,…) que se trasladaría a la entidad que sí le concediese la operación.
La visión por parte de una sucursal del rechazo por parte de su departamento de riesgos de una operación que después ha recaído en una entidad competidora. Y comprobar como el antiguo cliente paga religiosamente las cuotas mes tras mes en la otra entidad puede causar desesperación. El problema radica que un préstamo hipotecario dura muchos años y pueden ocurrir muchas vicisitudes. Veremos si los tipos de interés siguen incrementándose y cómo será la evolución del desempleo. Eso será lo que determine la calidad de la cartera crediticia de los bancos y cajas españolas.
¿Creéis que las entidades de crédito relajaron los requisitos de concesión de préstamos? ¿Veremos un incremento destacado de la morosidad como en otros países?
Más en El Blog Salmón | Los hipotecados aprietan las tuercas a los bancos