En el último año, los precios del aceite de oliva han caído fuertemente debido a que este año los agricultores españoles han cosechado niveles récord en la aceituna. Y cuando la oferta supera ampliamente la demanda que se ha estancado mundialmente desde 2012, los precios no hacen otra cosa que precipitarse.
Vista la situación, los bajos precios no compensan los costes de los productores, los olivareros, y viene el problema... Muchos de los agricultores no encuentran rentabilidad en el aceite de oliva y han salido a las calles a manifestarse al Gobierno para que solucione la problemática del sector.
Según las estadísticas del MAPA, la variación media del precio de los aceites de oliva han caído un 16,43% frente a la evolución media de la pasada campaña. Si nos remontamos a dos campañas atrás, la caída es del 44,35% y un 34,11% frente a la media de las cuatro campañas anteriores. Para hacernos una idea, los productores oleicolas recibieron en el mes de febrero 2,38 euros de media por litro, mientras que en 2018 recibieron 3,4 euros.
A pesar que en el mes de junio encontramos, de media, el litro de aceite oliva virgen extra en el supermercado hasta los 4,27 euros, los precios en origen de ese mes fueron de 2,24 euros por litro.
Según la La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), las pérdidas por la debacle en los precios se cuantifican en 1.500 millones de euros, una cantidad que es similar a las ayudas que recibe Andalucía provenientes de la Política Agraria Comuna (PAC).
¿Cómo resuelve el mercado esta problemática?
En un contexto en el que exista un fuerte desequilibrio entre la oferta y la demanda, en que la demanda es sustancialmente superior a la oferta, los grandes márgenes en el sector, y en ausencia de barreras de entrada fuertes, invitan a un incremento de la oferta, y por lo tanto, de la competencia. Todo ello, llevará al sector a experimentar una reducción de márgenes, por el incremento de la oferta.
En el caso del sector del aceite de oliva nos encontramos con el caso opuesto, los precios de mercado están por debajo de los costes unitarios de producción que deben soportar los productores en origen y tenemos márgenes negativos. Cuando esto sucede en un mercado, las pérdidas impactan contra el capital de las empresas y, las más ineficientes, son las primeras en experimentar quiebras y, por lo tanto, desaparecer del mercado.
En consecuencia, se eliminan aquellos proyectos empresariales ineficientes (empresas con los mayores constes unitarios) y quedan aquellos que mejor se adaptan a la situación de mercado, los más eficientes o aquellos cuyos costes unitarios son más bajos para soportar las pérdidas producidas. Al llevarse a cabo una serie de quiebras la oferta disminuye, y los precios se recuperan hacia un equilibrio en el que los costes unitarios marginales se igualan a los ingresos marginales.
También existe una alternativa a valorar, y es la búsqueda de nuevos mercados, en otras palabras, la exportación para obtención de mejores precios que aporten rentabilidad negocio y puedan mejorar así la estructura de la cuenta de resultados.
Pero este no es el modelo te está buscando el sector... Están buscando que a través del gobierno se produzca una acción coordinada con la finalidad última de incrementar los precios, y sin que ello dañe al sector. Y si el sector no es el perjudicado, solo puede tener una traducción, los consumidores serían los perjudicados, pagando un sobreprecio por mantener a flote a los productores.
Buscando la mano de la administración pública para alterar los precios
Recientemente miles de olivareros han protestado en Andalucía territorio el cual concentran 82% de la producción de aceite de oliva en España, protestando por el bajo precio del aceite de oliva en origen, reclamando a la Administración Pública soluciones para el sector.
El secretario general de Unión de Pequeños Agricultores de Andalucía (UPA-A), Miguel Cobos, ha mencionado que la culpa es de los especuladores -deben tener culpa tanto si los precios suben como si bajan-. "Lo que hay es una maniobra especulativa en Andalucía y en España. Están los especuladores, los intermediarios, aprovechándose de la atomización del sector, porque somos muchos y nos hacemos la competencia entre nosotros".
¿Su solución? "apoyo para la concentración de la oferta", lo que se traduce en un mercado que se aleje de la competencia perfecta y tienda al oligopolio a través de la concentración para mantener sus intereses contra los consumidores.
A partir de ese momento, se ha buscado la complicidad de la administración pública para la consecución de sus objetivos. Se celebró una mesa sectorial del aceite de la aceituna de mesa en el Ministerio de Agricultura para abordar la crisis de los bajos precios. Como consecuencia, el Ministerio llevó una propuesta de "autorregulación voluntaria" que tiene como objetivo la posibilidad de almacenar hasta un 15% de la producción en campañas donde no exista un equilibrio entre oferta y la demanda.
Todo ello viene a decir que esa autorregulación significa generar artificialmente un cuello de botella para en situaciones de bajos precios la producción puede estancarse y así, maximizar los precios del aceite de oliva, obviamente, no hay otro perjudicado que no sea consumidor que deberá afrontar mayores precios y, ser partícipes de un sistema que tiende al oligopolio con la cooperación público-privada en favor de las empresas.
Por todo ello, se espera que Bruselas del visto bueno a esta medida que permitiría estancar parte de la producción en las campañas que los precios no convengan a los olivareros. En vez de buscar la competitividad del ajuste en costes, lo más fácil es manipular el mercado con la concentración de los intereses de las empresas productoras, en perjuicio de los consumidores, que no podrán aprovechar un escenario de bajos precios.