El Wall Street Journal ha publicado un artículo sobre la situación inmobiliaria española que tiene una lectura amplia. En primer lugar, se coloca en el punto de mira el stock inmobiliario zombie, definido como 1,5 millones de viviendas situadas en promociones en curso, o acabadas que no tienen comprador a corto plazo. El rotativo ha evaluado esta cifra en 1,5 millones de unidades.
En este sentido, los problemas asociados a esta burbuja inmobiliaria no son solamente la propia existencia de estas viviendas, sino los créditos comprometidos con el sistema financiero. Con los datos del Banco de España en la mano, podemos comprobar cómo el crédito promotor vivo sigue en torno a los 325.000 millones de euros y el crédito a sectores constructivos supera con creces los 100.000 millones de euros. Con estos datos, las dudas sobre la morosidad debajo de alfombra en nuestro sistema financiero van más allá de la propia duda razonable.
No le falta razón al WSJ cuando afirma que el éxito del euro se comprobó prematuramente en España, dado que el espectacular crecimiento acumulado ha desaparecido en un abrir y cerrar de ojos, dejando por el camino casi 1 millòn de empleos en construcción y sectores afines. El siguiente problema a resolver pasa por recolocar a estos profesionales en un sector que ha desaparecido totalmente, por lo que el cambio de sector y la apertura de nuevos nichos de empleo es imprescindible.
Por último, el riesgo de japonización de nuestro sistema financiero es latente, dado que pueden encontrarse en la tesitura de camuflar las pérdidas inmobiliarias durante un largo periodo de tiempo, apuntalando los precios del sector y entrando en un bucle eterno de refinanciación de deuda. Difícil coyuntura interna para suplir a corto plazo en la que las políticas que se han impulsado desde el ejecutivo no resuelven absolutamente ninguno de estos problemas.
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