Los fondos de gestión alternativa son un producto que se empieza a abrir paso, tímidamente, en la oferta financiera para el inversor en general. La entrada en vigor, prevista para antes del verano, del nuevo reglamento de instituciones de inversión colectiva, supondrá un espaldarazo definitivo a un producto hasta ahora restringido a los grandes patrimonios por su localización (habitualmente en paraísos fiscales) y requerimientos de cuantías mínimas.
En esencia, se trata de un fondo con menos restricciones que los actualmente vigentes. Hasta ahora, los gestores de fondos solo podían tomar posiciones en instrumentos financieros para mantenerlos en cartera o liquidarlos. Las posiciones en derivados se permitían únicamente con fines de cobertura, no hay posibilidad de apalancarse o vender en descubierto. Todas estas circunstancias hacen que un fondo esté ligado siempre a la evolución de los mercados (sube si el mercado sube, baja si el mercado baja). Los fondos de gestión alternativa abren el abanico de productos sobre los que poder invertir. Permiten operar con derivados, estrategias de apalancamiento o estrategias en descubierto. Son, en este sentido, mucho más creativos, y buscan obtener una rentabilidad absoluta (ganar tanto cuando suben los mercados como cuando bajan).
El elevado grado de posibilidades de inversión de estos fondos hace que sea necesaria una gran confianza en el gestor del mismo, ya que sus decisiones van a ser mucho más definitivas que en el caso de un fondo normal.
Por otro lado, se abren las perspectivas del riesgo para el inversor, ya que puede optar por posiciones más arriesgadas (y más rentables) que con los fondos tradicionales, o por el contrario buscar posiciones con estrategias más conservadoras, lo que lo convierten en un instrumento ideal para la diversificación del riesgo.
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