La decisión de los directivos de transferir el control de la convertida empresa Mapfre a la Fundación Mapfre tiene el resultado de asegurar los puestos, el control y el futuro de los directivos de esta empresa, y de los directivos de la Fundación, que son los mismos.
Está claro que podrían haber hecho una transformación en el cual todas las acciones terminaran en manos de los mutualistas que les hubiera convertido en accionistas mayoritarios y propietarios de su empresa. No obstante, este paso hubiera puesto a los directivos de la empresa bajo el control de y sujetos a los deseos de sus accionistas. Eso no es muy cómodo para directivos, tener que seguir las pautas de accionistas y, si es posible evitarlo, pues por qué no hacerlo. Los directivos de Mapfre han ideado una idea genial que es la Fundación Mapfre. Esta idea, genial para ellos, la vendieron de dos formas. Primero, suena muy bonito y social eso de Fundación y, segundo, mantener el control de la empresa dentro de la Fundación la protegerá de los tiburones financieros que podrían intentar comprarla. En otras palabras, cuando alguien quiera comprar la empresa, los que decidirán serán los directivos, que la controlan a través de la Fundación, y no los accionistas.
Con esta maniobra, los mismos directivos están tomando las decisiones en la empresa y en la fundación (para mantener continuidad de actuación dicen) y, por lo tanto, asegurándose sus futuros, y quitando este poder de decisión de los accionistas. Además, estas acciones hubieran sido de los accionistas y, por lo tanto, se les ha quitado valor, el valor de las acciones que ahora están depositadan en la Fundación.
No sorprende que los directivos hayan maniobrado con estas jugadas, lo sorprendente es que los mutualistas hayan votado en favor. Hay que felicitar a los desaparecidos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) que, en este caso, no lo fueron.
Vía | ABC , Expansión y CapitalMadrid Más información | Nota de Prensa de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU)