Los socios de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero le han puesto en un brete. Al parecer, han presentado en el Congreso sendas proposiciones de ley orientadas a implantar una Renta Ciudadana Básica. ¿En qué consiste? Pues ni más ni menos que en un salario fijo para cualquier ciudadano, independientemente de su condición. Un dinero fijo mensual que el Estado pagaría a todos sus ciudadanos por... por el mero hecho de serlo. No hace falta tener una condición socioeconómica difícil, ni una edad determinada, ni nada. Simplemente, estar.
Pendiente de mayor concrección, se estima que la medida supondría un pago de unos 300 euros por persona y mes. Elevado al conjunto de la sociedad española, se calcula que podría suponer anualmente hasta un 15% del PIB del país.
Esta propuesta ha generado, lógicamente, un interesante debate. Por un lado, las fuerzas económicas de tendencia liberal se llevan las manos a la cabeza: "Si el Estado subvenciona la inactividad... ¿quién va a querer trabajar? Y si nadie trabaja... ¿Quién va a generar los recursos para pagar el subsidio? Y en cualquier caso... ¿de donde va a salir semejante cantidad de dinero?". Por otro lado, los colectivos más atrevidos en materia de justicia social ven la propuesta con alegría, como un medio para romper el sistema socioeconómico imperante, y además justifican que es una medida no solamente deseable, sino también posible.
Particularmente, tengo mi opinión (más orientada hacia el primer grupo, francamente). Ahora bien, eso no quita para leer con atención los argumentos de quienes opinan que es una buena idea, que es sostenible y que puede y debe llevarse a cabo. Desde luego, no deja de ser una llamada de atención sobre los defectos (innegables) de nuestra forma de vida...
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