Es inevitable. Una cuestión de tiempo. Mientras muchos trabajadores tienen su vista puesta en jugosas prejubilaciones o, en el peor de los casos, en llegar a los 65 (edad de jubilación en España) para dejar de trabajar, los imparables cambios sociales y demográficos nos llevarán, más pronto que tarde, a una situación irreversible: habrá que seguir trabajando después de los 70.
Cada vez nacen menos niños. Por contra, la esperanza de vida se alarga. Como consecuencia, se produce un estiramiento de la pirámide de edad, con un porcentaje cada vez mayor de personas "mayores" que, sin embargo, tienen una calidad de vida más que aceptable, tanto en el aspecto físico como mental. Por otro lado, el progresivo alargamiento de los procesos educativos, la obligatoriedad de los mismos y el nivel de vida de los padres (que permite sostener a los hijos sin que éstos generen ingresos) ha provocado que cada vez sea mayor la edad en la que se consigue un primer empleo: mientras que hace unas décadas raro era el que con 20 años no estaba trabajando, ahora no es nada extraño encontrarse con personas que, con 25, no han "catado" (ni querido "catar") el mundo laboral.
Nos encontramos así con que en una vida laboral que va de los 25 a los 65 hay que generar ingresos suficientes para mantener nuestra propia vida activa, la vida de los 65 en adelante, y para mantener (cada vez más) la vida de nuestros hijos jóvenes. ¿Es eso sostenible?. En mi opinión, es cuestión de echar números pero se me hace muy difícil verlo. Las tasas de ahorro no indican que se vaya por ahí...
El sistema público de pensiones, tal y como está diseñado ahora, no podrá funcionar por mucho más tiempo. La llegada de inmigrantes y su introducción como cotizantes en la seguridad social es sólo un parche temporal: puede suponer un alivio de las arcas de la Seguridad Social, pero ellos también llegarán a la edad de jubilación. ¿Quién pagará sus pensiones? ¿Más inmigrantes jóvenes? Es un desplazamiento del problema en el tiempo, no una solución.
La solución pasa, lógicamente, por un cambio del modelo de Seguridad Social y, posiblemente, por un cambio en nuestra percepción del trabajo. El gobierno está pensando en introducir algunos cambios en estos momentos que, posiblemente, sean solo el inicio de una tendencia que se agravará en el futuro: restringir las prejubilaciones (luego se prohibirán), fomentar el trabajo más allá de los 65 (luego vendrá la obligatoriedad), personalizar más las pensiones con las contribuciones realizadas (luego vendrá, directamente, la reducción de las mismas y su trasvase a un sistema privado de pensiones: tanto has guardado, tanto tienes), acortamiento de los ciclos formativos superiores...
En definitiva: trabajar más, y ahorrar más para lo que venga después. Lo cual parece lógico: si vivimos más, y queremos sostenernos durante toda esa vida, no podemos pensar que el dinero para ese sostenimiento lloverá del cielo. Así que eso es lo que se avecina. Que nadie diga luego que le pilló desprevenido.
Vía | El País