El pasado viernes, en España, el Gobierno aprobó la reforma del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Este es el principal impuesto directo que grava a los individuos en España. Si bien la reforma se esperaba que fuese más importante (de acuerdo a lo prometido en el programa con el que el Partido Socialista ganó las elecciones), todos los analistas concuerdan en que se han defraudado las expectativas, y que no se trata de una reforma de gran calado.
Pero, si nos ponemos a rascar, vemos cosas interesantes, como la que da título a este post. Y es que el Gobierno ha decidido imponer un tipo único del 18% a todos los productos de ahorro, incluyendo las plusvalías derivadas de la operativa bursátil. Esto contrasta con la situación anterior, donde la inversión a largo plazo (más de un año) tenía un tratamiento mucho más favorable (15% de tributación) frente a la inversión a corto plazo (que tributaba al tipo marginal del contribuyente, que podía llegar al 45%). Con este cambio, los que se beneficiarán son los inversores cortoplacistas, incluyendo los traders, los aficionados al intra-día, etc. ¿Es una política fiscal que tiene sentido? Habrá quien sí se lo vea, pero en mi opinión lo que se está fomentando es la volatilidad de las inversiones y se está desincentivando las apuestas a medio y largo plazo en empresas. ¿Cuál de estos dos tipos fomenta el desarrollo empresarial, las inversiones sostenidas, la innovación? Para mí, el cortoplacista no tienen ningún interés en estas variables: solo quiere ganancias rápidas. Y ahora, el Gobierno, va a premiar esta actitud con una significativa rebaja de los impuestos derivados de esta actividad.
Vía | Hecho Relevante Más información | La reforma fiscal en El Mundo