Un bautismo de fuego suele ser una situación en la que por primera vez nos encontramos en una situación de gran dificultad o completamente nueva. Esa primera situación es extremadamente difícil y la mayor parte de las veces es extremadamente desagradable. Pero no es del todo mala.
Antes de entrar en profundidad en el tema, un poquito de cultura. La expresión “bautismo de fuego” viene de una traducción del francés: baptême de feu. Se refería a la primera vez que un soldado entra en combate con armas de fuego. En mi caso nunca me he encontrado en esa situación, pero creo que debe ser aterrador pensar que cualquiera de esos bang bang puede significar caja de pino.
En ocasiones existe un bautismo de fuego laboral, una situación en la que al principio de nuestra carrera profesional nos preguntamos qué estamos haciendo. Los palos vienen de todos lados y ni siquiera sabemos que nos ha golpeado primero cuando vamos por el cuarto.
Hace un tiempo (años ya) me encontré en una situación laboral no muy agradable en la que no entraré en detalles, Además se trataba de una situación en la que personalmente tampoco me iba muy bien. Estaba enfrascado en otras actividades que no me gustaban y que no podía dejar a la mitad. Sólo una vez a la semana tenía un rato de respiro y me quitaba de en medio.
Con el tiempo eso mejoró, acabé cambiando de actividad, de ciudad y demás. El sol volvió a brillar y los pájaros a cantar. Pero esa actividad profesional acabó sirviéndome para otras cosas aunque me acabó sirviendo para algo más interesante, para poder comparar. Así que si estás en una mala situación laboral, tal vez te ayude a complementarte
Y es que una mala (o muy dura) experiencia laboral permite afrontar retos en el futuro, no es sólo cosa mía, sino que también me lo han comentado otras personas. Otra cosa es que con ello se quieran justificar ciertos ejercicios de masoquismo que se ven en algunas instituciones cuyo único justificante es que muchos otros pasaron por ello.
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