La mayoría de nosotros a la hora de confeccionar la lista de la compra de nuestros hogares, ordenamos los distintos productos que la componen de mayor a menor necesidad, o simplemente de mayor a menor interés, por que vamos anotándolos según nos acordamos y nos acordamos en función de nuestro deseo o necesidad.
El Estado es como un gran hogar, que representa a toda la colectividad de ciudadanos que pertenecemos a una nación o Estado, y como todos no podemos redactarla al mismo tiempo, elegimos a unos representantes políticos que entre otras muchas funciones, tienen encomendada la función de redactar la lista de la compra por todos nosotros.
Ignoro si la confección de la lista de la compra del Estado, en adelante Ley de Presupuestos Generales del Estado (LPGE), está elaborada de acuerdo a este razonamiento, pero lo que es un hecho, es que la partida de gasto número 01 es la ”Casa de su majestad el Rey”. Al margen de los beneficios o perjuicios que pueda tener en nuestra sociedad este gasto, y dejando a un lado el incremento superior al IPC que ha tenido desde que ha existido (excepto para el próximo año 2010, para el que se le ha fijado exactamente la misma dotación que el presente año argumentando la grave situación de crisis que atravesamos), puesto que no es este el tema de mi discusión. Parece curioso que esta partida esté por delante de otras como la número 26 “Ministerio de Sanidad y Consumo”, la número 18 “Ministerio de Educación, política social y deporte”, la número 60 “Seguridad social), etcétera.
Cuando tenemos el post-it en nuestro refrigerador, y anotamos nuestras necesidades, no nos solemos plantear un orden, pero sin pensarlo, siempre lo hacemos en función de nuestra valoración subjetiva. Si la LPGE, no está ordenada por orden alfabético como en la mayoría de las cuestiones oficiales, podríamos decir que se atiene a los mismos principios, entonces ¿podríamos decir que la LPGE refleja la necesidad real de nuestro Estado?
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