Llevamos ya un periodo de inflación relativamente largo en España. En marzo de 2021 se superó la tasa internaual del 2%, que es lo marca el objetivo del BCE. Y por tanto son ya 21 meses con inflación elevada.
Además esta inflación ha sido especialmente acusada en el sector de la alimentación. Por ejemplo se puede ver que en los últimos meses la inflación se ha moderado, sobre todo por las medidas anti-crisis energética adoptadas, pero todavía la inflación subyacente todavía está subiendo. Es hora, por tanto, de revisar nuestros hábitos.
La inflación personal
La inflación se mide por una cesta de la compra típica, establecida por el INE. Pero esto no implica que esta inflación sea la misma para todo el mundo. Dependiendo de los hábitos de compra habrá gente más impactada, con una inflación personal más alta, que otros.
Por tanto puede haber perfectamente gente a la que los precios le hayan subido un 20% en el último año, simplemente porque el peso de los elementos que más han subido sean mayores en el conjunto del gasto personal.
Las decisiones de hace unos años no sirven ahora
Normalmente las personas tomamos decisiones en un momento dado y luego convertimos dichas decisiones en hábitos. Con la compra del supermercado pasa algo parecido: decidimos hacer la compra en determinados sitios por un mix entre los productos que queremos comprar, la comodidad y los precios. Y luego convertimos esa decisión en un hábito.
Sin embargo en los últimos dos años mucho ha cambiado en el sector de la alimentación. Los precios han subido mucho. Y puede que el impacto de esta subida en nuestra inflación personal sea mayor por las decisiones que se tomaron hace tiempo.
Los supermercados han subido sus precios, sí, pero no todos por igual y no todos en los mismos productos. Así que si estamos acostumbrados a comprar en Mercadona, Carrefour, Lidl o Día por precio, es conveniente revaluar si la situación es la misma que cuando se tomó esta decisión. Puede haber sorpresas importantes.
Luego se pueden tener en cuenta otros factores, como la conveniencia, pero desde luego es muy posible reducir la inflación personal con un simple cambio de hábitos.