Casi todos los españoles saben lo que es el IPC, aunque sólo sea porque la mayoría de los incrementos de los sueldos se producen siguiendo este porcentaje que publica anualmente el Instituto Nacional de Estadística. Ahora bien, quizás no haya tanta unanimidad a la hora de conocer cómo se elabora dicho porcentaje.
El IPC es un análisis estadístico en el que se cotejan los precios de un “conjunto de productos” (conocido como canasta o cesta), que una cantidad de consumidores adquiere de manera regular, y la variación con respecto del precio de cada uno, respecto de una muestra anterior. De esta forma se pretende medir, mensualmente, la evolución del nivel de precios de bienes y servicios de consumo en un país.
Pues bien, a partir de enero de 2006 se quieren eliminar aquellos productos y artículos que empiezan a quedarse obsoletos, es decir, aquellos que tienen un menor peso entre los consumidores, para dar entrada a otros que, por su demanda, reflejan mejor la realidad del mercado y los hábitos de los consumidores.
Y, ¿cuáles serán los nuevos artículos ...? Pues serán artículos que hayan experimentado un consumo representativo en los últimos años, como, por ejemplo, la lubina, el salmón ahumado, los ajos, la piña, las gominolas, los preservativos, los potitos, los cacahutes, el pacharán, el ron y la cerveza de importación.
Eso por lo que respecta a artículos, y además, el nuevo IPC tendrá en cuenta el precio de una consulta de un homeópata, la visita a un fisioterapeuta, una operación de cirugía estética o miopía y el precio de una hora de trabajo de una cuidadora de niños.
¿Y cuáles saldrán? Pues se tiene intención de sacar por disminución del consumo la carne de vaca, la leche fresca pasteurizada, el puré de patatas, la ginebra, el vermut y la loción para afeitar, entre otros.
Vía | El Mundo