Hoy se ha conocido que el nuevo gobierno de colación británico, dentro de su programa de austeridad en el ámbito de la lucha contra la grave crisis fiscal por la que atraviesa el país, ha decidido vender a manos privadas hasta la mitad de su masa forestal, que según la comisión forestal, ocupa 748.000 hectáreas de su territorio.
Este asunto, viola sin precedentes los acuerdos establecidos tras la firma de la Carta Magna del año 1215, y se presume que dejará vía libre a los potenciales adquirientes, para que hagan de su capa un sayo, pudiendo incluso talar árboles.
Además, de ser una decisión sin precedentes, atenta directamente contra los bienes públicos, como el uso y disfrute de los espacios verdes naturales, que muy previsiblemente, los ciudadanos no podrán disfrutar como lo venían haciendo hasta ahora.
En mi opinión, esta idea propia de un iluminado que vive en el corto plazo, sin ver más allá, al margen de que supone ‘pan para hoy y hambre para mañana’, intenta ‘saldar’ el déficit de la manera más rápida. Pero, ¿es la mejor forma de hacerlo? ¿Debemos resolver el problema cueste lo que cueste y por la vía rápida? Creo que el hecho de que una economía viva bajo el paraguas del déficit durante un periodo de tiempo no tiene porque ser necesariamente perjucial, aunque es mejor no tenerlo.
Dudo que esta medida sea acertada, por varios motivos que expongo mediante las siguientes reflexiones:
- ¿Qué precio se le debe poner a la masa forestal británica? Los bienes públicos no se pueden valorar con principios de mercado. Y tampoco sería posible tener en cuenta el coste de oportunidad de un bien con un potencial de consumo intergeneracional
- Para no comprometer a las generaciones futuras con déficits excesivos, ¿tenemos que privarles de recursos de los que han disfrutado sus generaciones precedentes?
- En caso de materializarse la venta, ¿se le debe dar ‘carta blanca’ a los gestores privados? De no negociarse los contratos garantizando ciertos derechos, podemos encontrarnos con bosques vetados para los ciudadanos, bosques desprotegidos al dejárles huérfanos de los ‘buenos principios’ con los que se han llevado a cabo las políticas forestales para su protección
Lo que si esta claro, es que este comodín es de un solo uso, y que de él depende en gran parte la calidad de vida de los británicos del presente y del futuro. ¿Sería adecuado dejar decidir al gobierno de turno sobre un asunto tan delicado? O tal vez, ¿la operativa en cuanto a los bienes públicos, que tanto nos han dado desde tiempos ancestrales, debe dejarse fuera de la política económica?
Vía | Telegraph (en inglés)
En El Blog Salmón | Cuando las multinacionales se ceban con los recursos naturales de los países en desarrollo
Imagen | art_es_anna