En un contexto en el que las críticas al turismo, el tourist go home y las nuevas restricciones a los alquileres de temporada, están en primera página de la prensa nacional, puede que nos sorprenda que el turismo esté salvando la economía española.
En otras palabras, reduciendo la deuda externa a pasos agigantados, en gran parte, por el superávit que ha generado el turismo durante el último año (62.000 millones de euros).
Turismo en máximos históricos
En paralelo, sin hablar de turismofobia, sí estamos viendo cómo, junto con la recuperación del turismo en España en los últimos tres años, los principales destinos de nuestro país se encuentren en máximos históricos, como Cataluña, Baleares o las Canarias.
En cifras, el PIB turístico ha crecido un 5 %, frente a un 2,4 % del total. Además, el PIB español se hubiera quedado en un 0,8 % según el vicepresidente de Exceltur (Alianza por la Excelencia Turística), de no ser por el turismo. Pero ¿tan imponentes son las cifras? La realidad es que se está ingresando un 25 % que en los años prepandemia.
España está logrando una rápida reducción de la deuda externa gracias, en buena medida, al superávit de 62.000 millones de euros que ha generado el turismo en los últimos 12 meses, por @jgjorrin https://t.co/EbNmD5YULG pic.twitter.com/xP2Jl84NdR
— Rafael Domenech | @BBVAResearch & @UV_EG (@rdomenechv) June 23, 2024
Hasta 2015, la deuda externa superó el billón de euros. Gracias al turismo, España está pudiendo reducir deuda (en estos momentos, hablamos de 200.000 millones de euros menos en un par de años).
La cara B
No todo son buenas noticias. La vivienda turística ilegal ha supuesto mayores controles en ciudades como San Sebastián, Ibiza, Palma o Barcelona, pero sigue resultando ineficaz en la capital, Valencia, Sevilla u otras regiones de Andalucía.
El gobierno y las principales administraciones han ido modificando, poco a poco, el discurso: necesitamos el turismo, pero vamos a reducir las molestias, parece el mensaje actual.
Sin embargo, tenemos encima una curiosa situación. Si bien la deuda europea está permitiendo pagar servicios públicos, hipotecas y otros préstamos (España llegó a deber casi el total de su PIB durante la última crisis financiera), también debe estudiarse la pérdida de coste de oportunidad, como se comentaba con acierto en Reddit: no son las mismas oportunidades las que tienen Benidorm o las Rias Baixas gallegas, donde el modelo turístico parece una de las pocas opciones viables, que las opciones económicas y laborales que pueden plantearse en ciudades como Barcelona, Madrid o San Sebastián en términos de rentabilidad.
Apostar toda la mano al turismo, también puede limitar otras oportunidades futuras más rentables. El problema es que hablamos de castillos en el aire frente a dinero contante y sonante de un sector en auge (aunque con problemas importantes que tener en cuenta).
No podemos prescindir del turista
Sin entrar en grandes debates, tenemos un aumento de los precios de hoteles (solo este año, Madrid Canarias, Baleares y Andalucía han aumentado cerca del 30 % del precio por noche), en ciudades abarrotadas, donde los alquileres turísticos y la masificación suponen graves problemas para el gobierno canario, que intenta buscar un equilibrio entre sostenibilidad y rentabilidad, o Mallorca, donde, por primera vez, se rebajan las plazas turísticas para combatir la saturación.
Con la nueva alcadía, Barcelona, en cambio, apunta a un cambio de rumbo en el que se paralizan superislas y políticas sociales, según afirma Colau, y se promueven grandes eventos, como el desfile de Louis Vuitton en el Parc Güell, o la exhibición de Fórmula 1 en el Paseo de Gracia.
Todo indica que no podemos prescindir del turismo, pero las protestas por un turista con mayores recursos van cogiendo fuerza. El objetivo sería contar con un sector que acogiese menos viajeros con mayor poder adquisitivo, que dejase ingresos similares, y redujese la tensión de las ciudades y el mercado inmobiliario.
Por ahora, mandan las cifras. Y pese a las críticas de los actuales gobiernos de izquierdas y los cambios legislativos, no parece haber muchas más opciones para seguir pagando deuda... Mientras tanto, la vida en las capitales se vuelve más cara e insostenible porque, nos guste o no, el turismo y la calidad de vida de los residentes van mano a mano.