Estamos presenciando una nueva era, en la que robots y ordenadores serán los protagonistas de una serie de actividades rutinarias, en sustitución del trabajo físico, de manera mucho más eficiente que los seres humanos, lo que llevará a la automatización de los procesos productivos.
Aunque muchos ven en esta era una amenaza, la automatización de gran parte de las actividades incrementará los niveles de productividad, reduciendo los errores del factor humano y mejorará tanto la calidad como la velocidad en determinados supuestos para alcanzar resultados que van mucho más allá de las capacidades del ser humano.
Como ha quedado reflejado a lo largo de la historia con las diferentes revoluciones industriales, los avances tecnológicos han supuesto un mayor grado de productividad y repercutiendo en mejoras en el bienestar de una sociedad, lo que se ha traducido en un menor número de horas trabajadas anualmente. De hecho, Alemania, Holanda, Noruega y Dinamarca -países de alta productividad- se encuentran entre los países de la OCDE emplean un menor número de horas trabajadas a lo largo del año.
Dentro de los países, la automatización afectará a diferentes industrias y las actividades productivas. Los sectores como la manufactura y la agricultura incluyen actividades físicas predecibles, con un alto potencial técnico para automatizarse.
La automatización de la economía
El auge de la robótica cambiará el modo en que muchos sectores han desarrollado su actividad hasta la fecha. Pensemos en actividades físicas predecibles y repetitivas como los procesos manufactureros, el comercio al por menor, o bien la recopilación y procesamiento de datos ¿Es necesario utilizar a los seres humanos?
La automatización tendrá amplios efectos, desde el punto geográfico y sectores. A pesar de que la automatización es un fenómeno mundial, cuatro economías -China, India, Japón y la Estados Unidos- representan algo más de la mitad de los salarios totales y casi dos tercios del número de empleados asociados con actividades técnicamente automatizables.
Las estimaciones actuales, contempladas por el informe de McKinsey&Company, contemplan que la automatización de diversas actividades productivas llevarían a un incremento de la productividad entre 0,8 y el 1,4% anualmente.
El proceso será paulatino y existen numerosas variables que puede facilitar o perjudicar la adopción de la automatización. Entre los factores que condicionarán la automatización tenemos: La viabilidad técnica, la dinámica del mercado laboral y en especial, el aspecto regulatorio que condicionará los costes finales.
Sobre el marco regulatorio que afectará a la automatización, los eurodiputados han rechazado tanto el impuesto sobre los robots y la recomendación que algunos sectores demandaban con la introducción de una renta básica para mitigar el impacto en la economía del desempleo.
Los empleos repetitivos y de baja cualificación serán aquellos con mayor riesgo de automatización
Los robots parecen haber llegado para quedarse, pero queda por ver cómo empresas y trabajadores se adaptarán a la tecnología en los próximos años. Los trabajadores deben ser conscientes de cómo los robots ya están cambiando el panorama del empleo y adaptarse al nuevo modelo.
Todos aquellos trabajos con un componente de mecanización o especialmente repetitivos que no requieren una gran cualificación tienen fuertes incentivos para ser automatizados en el futuro. Las cuentas son claras si los costes salariales son superiores a la amortización de la nueva tecnología, indudablemente se decidirá por apoyar o instalar este tipo de automatizaciones.
Por esa razón, la automatización causará un desplazamiento laboral que podría implicar, en primera instancia, un incremento de la brecha entre aquellos empleados que ostentan una mayor cualificación y entre aquellos de una menor cualificación.
Un dato curioso es que en Estados Unidos, la empresa Momentum Machines, ha creado un robot capaz de hacer frente a la demanda creciente de restaurantes de comida rápida, a la vez que acabaría con la mano de obra, pues es capaz de hacer 400 hamburguesas cada hora.
El ex presidente ejecutivo de McDonald's, Edward H. Rensi, comentó que "saldría más barato comprar un brazo robótico de 35.000 dólares que pagar 15 dólares la hora a un trabajador ineficiente que se dedica a embolsar patatas fritas".
Según los datos de la OCDE, en promedio, el 9% de los trabajos de los 21 países que conforman la OCDE son trabajos potencialmente automatizables. No estante, existen notables diferencias a través de los diferentes países del grupo. Por ejemplo en Corea del Sur los trabajos automatizables serían del 6% y en Austria alcanzarían el 12%.
A nivel mundial, las actividades técnicamente automatizables serán el equivalente a 1.100 millones de empleados. Cuatro economías -China, India, Japón y los Estados Unidos- representan algo más de la mitad de estos empleados totales. Sin embargo, hay que resaltar que China e India representan conjuntamente el mayor potencial de empleo técnicamente automatizable, con más de 700 millones de empleos a tiempo completo.
El potencial también es elevado en Europa: 54 millones de empleados a tiempo completo estarían asociados con el riesgo automatización afectando a en las cinco mayores economías: Alemania, Francia, Italia, España y el Reino Unido.
¿Significa que se destruirá el empleo?
Las pérdidas de puestos de trabajo irán acompañadas con la **creación de nuevos segmentos de mercado que permitan reincorporar toda aquella oferta laboral **destruida por los avances tecnológicos. Estos trabajos estarán vinculados a la creatividad y no tanto a la fabricación de los productos. Y dado que en conocimiento no es limitado sino que se expande, las líneas de negocios actúan del mismo modo.
Pensemos que hace unos años, con la aparición de los smartphones, se abrieron segmentos de mercado tan importantes como el entorno de las aplicaciones para móviles. En este punto, se ha desarrollado una industria con una gran presencia a escala global que persigue maximizar la capacidad de conexión.
El mundo de las aplicaciones ha permitido desarrollar una economía más colaborativa entre particulares, eliminando los tradicionales intermediarios. Lo vemos en el monopolio del taxi con la aparición de Uber o bien en mercados como el tradicional oligopolio bancario que se enfrenta a nuevas vías de financiación como el crowdfunding.
Pensar de que la aparición de una nueva tecnología dejará para siempre a trabajadores desempleados sin capacidad de alguna de reincorporarse al mercado laboral es toda una falacia. A medida que se va desarrollando el mercado, nacen nuevas actividades. La clave será el periodo de adaptación durante el proceso de transición.
Muy probablemente nos dirigimos a una sociedad en que demandará a los trabajadores habilidades creativas capaces de complementar la robótica. En concreto, esto significa convertirse en expertos en las funciones que un ordenador simplemente no puede realizar como por ejemplo, el servicio al cliente y la prestación de cuidados u otras propuestas de valor.