Tratando la metedura de pata del Ministerio de Trabajo he dejado caer algo acerca del abortado dialogo social. En los comentarios he ido un poco más allá, y he coincidido con remo en que no me ha gustado para nada como se ha desempeñado la CEOE en estos últimos tiempos. He de añadir que tampoco me ha agradado nada la actuación de CEPYME.
Algunos, como Remo, acusan a Diaz Ferrán, de blando, de pastelón, de entreguista. Uno oye interpretaciones para todos los gustos. Desde aquellos que niegan la mayor hasta que los que afirman que es su forma de ser, su forma de gestionar (curioso, me recuerda a ciertas criticas a un líder político). Algunas lenguas más malvadas achacan su visión comprensiva, su creencia en brotes verdes al asunto Aerolineas Argentinas. En palabras de un mitinero, digamos que muchos le pedían a este hombre que diese caña, que no permaneciese musitando o callado, que no asistiésemos a una suerte de silencio de los corderos. Y sin embargo, lo más grave a mi juicio, no es el silencio, lo peor son algunas de sus manifestaciones.
Diaz Ferrán y Bárcenas no han estado callados, no. Bien voluntaria, bien involuntariamente, con declaraciones múltiples, han apoyado la tesis gubernamental y de los medios afines: los culpables son los Bancos, que tienen un problema y no nos dan créditos. Es el malvado sistema financiero el que se ha cargado la economía. Los Gobiernos, las empresas no financieras, los consumidores, son unos santos inocentes. A poco más y exigen la elevación del Derecho al crédito a la Carta de Naciones Unidas.
Yo tengo claro que los intereses eran distintos, pero que confluían en la materializacion de este chivo expiatorio. Los empresarios conseguían dinero para mantener sus negocios abiertos, sin importarles de donde viniese ni si podían devolverlo. El Gobierno encontraba un malo de postal, que Bush y Aznar estaban muy sobados, y Franco pillaba lejos.
Pero el asunto se fue torciendo, por motivos diverso, algunos de los cuales creo que no son de domino público. Y llegamos a la última cena, a esa en la que Diaz Ferrán y el Presidente del talante se devolvieron los regalos. Y fue entonces cuando me acordé del poema de Martin Niemoeller, pastor protestante aleman:
Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío.
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
No se si fue causa o consecuencia, pero estaba claro que el circulo de los enemigos del pueblo se había ampliado. Al Banquero se le había unido el Empresario, en una suerte de purga estalinista. No es que Díaz Ferrán y Bárcenas estuviesen calladados, es que se arrimaban al coro de los acusadores, a ver que podían pillar. Más madera para la caldera de la crisis, que siempre necesita nuevos culpables, que el Gobierno solo puede ser responsable de las buenas noticias.
Diaz Ferrán, en todo caso, ha tenido algo más de suerte que la que parecía depararle el poema. Alguien ha protestado. Goirigolzarri, del BBVA, ha dicho que ellos son miembros de la CEOE y con eso está todo dicho. Doblemente admirable: por enfrentarse al Gobierno, por respaldar a quien vendió al sector financiero.
En El Blog Salmón | Buscando chivos expiatorios, Confirmado, los banqueros son hijos de El Maligno
Más información | El Mundo, El Economista
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