No puedo pagar el alquiler y estoy en el paro, pero discuto de Motos y Broncano. Cuando la guerra cultural se antepone al bienestar material

No puedo pagar el alquiler y estoy en el paro, pero discuto de Motos y Broncano. Cuando la guerra cultural se antepone al bienestar material
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‘Pan y circo’. Durante años, los temas debatidos por los españoles en la calle han sido generalmente banales, de corte cultural, deportivo o religioso. Y esto interesa a los políticos. Si se apuesta por una guerra cultural, los temas más importantes relacionados con el bienestar material (el trabajo, la vivienda o la inflación) pasan a un segundo plano, al menos en las redes sociales. De este modo, se consigue ganar tiempo, que no se haga ruido y que el foco vaya a otra parte.

La estrategia, por el momento, le ha funcionado al gobierno de Pedro Sánchez. El debate público va siempre de la mano de la guerra cultural por impulso de los propios políticos. El último caso ha sido el polémico fichaje de La Resistencia de David Broncano por TVE para intentar competir con Pablo Motos y El Hormiguero.

Realmente, con el nuevo jefe de contenidos ha otorgado a la televisión pública, la cadena quiere olvidarse de su función informativa y optar por una competencia directa a Atresmedia y Mediaset.

La realidad es que todo el mundo está intentando entrar en la rueda de escalada ideológica, con chiste por una y otra parte, moviendo las aguas y convenciendo al espectador de que el mensaje político es humor.

Tendencias políticas en la guerra televisiva

Pero lo que sucede es que la izquierda española ha convertido el hecho de ver un programa de televisión en TVE todos los días en un ejercicio de activismo político. Así lo ven expertos en la materia.

Broncano ha dejado siempre claro que él es de izquierdas, pero Pablo Motos nunca ha dicho su tendencia política. No obstante, al tener una tertulia donde son críticos con el gobierno, independientemente del color político, el presentador de El Hormiguero ha sido tachado de calificativos como ‘facha’.

El propio Broncano realizó unas declaraciones en el programa La vida moderna de Cadena SER en las que aseguraba: “Me sabe mal sabiendo, como sabéis, que yo soy socialista, y prácticamente comunista”. De hecho, en más de una ocasión, ha expresado públicamente que su programa es crítico con lo que dice el Estado.

Lo que está claro es que la ideología está imperando sobre la calidad de los contenidos. De hecho, llama la atención que, pese al éxito de Broncano, Motos ha empezado con datos en el que es el mejor arranque histórico y se mantiene, de media, por delante de Broncano.

Existen pruebas que demuestran que el presidente del Gobierno mantuvo una comida con Broncano mientras se negociaba su fichaje por RTVE a mediados del mes de marzo. La Resistencia acababa contrato en Movistar+ y eran varios los que le pretendían, entre ellos, Mediaset.

Pese a que lo tenía claro, el hecho de introducir publicidad en mitad del programa le convenció a fichar por RTVE por dos años. La mediación de Pedro Sánchez influyó, y el fichaje de La Resistencia se politizó con el paso de los días.

Moncloa quería crear su propio espacio contrario a El Hormiguero, camuflando bajo el telón del humor un mensaje ideológico de izquierdas claro. El contrato con el humorista jienense tenía un claro cariz político, lo que demuestra el interés de los gobernantes del país por dar más importancia a las guerras culturales y a silenciar determinadas voces contrarias, que a los verdaderos problemas de la sociedad.

El fichaje sigue dando que hablar

La irrupción de Broncano en RTVE ha sido de los contratos más lentos a los que se ha enfrentado la entidad en toda su historia. Los 14 millones de euros de dinero público destinados a este espacio televisivo demuestran que hay intereses políticos detrás, más que culturales.

Pese a su clara tendencia a la izquierda, Broncano dejó claro en su primer programa que no había sido puesto a dedo por Pedro Sánchez y que serían igualmente críticos con el Gobierno. Además, desmintió el cobro de 14 millones de euros por temporada.

Han sido muchas las voces reconocidas de derechas de este país que han apoyado al humorista. Es el caso de Sonsoles Ónega o Carlos Herrera. El periodista de COPE aseguró incluso que le parecía una propuesta muy inteligente, pese a que la agenda de invitados de El Hormiguero fuese, previsiblemente, mejor.

La realidad es que los españoles no aprendemos. Seguimos más pendientes de las guerras televisivas, culturales e incluso deportivas, impulsadas por los propios políticos para lanzar bombas de humo y callar bocas, que en los problemas que realmente deberían preocuparnos y hacer incendiar las redes sociales y concurrir a manifestaciones en las calles de toda España, como la vivienda y las elevadas tasas de desempleo.

Hay cuestiones más importantes que abordar en el día a día de la sociedad que una simple guerra cultural entre medios de comunicación. Al final, son los propios partidos políticos quienes mueven los hilos, quienes condicionan uno u otro programa y a sus presentadores para que transmitan el mensaje apropiado y se desvíe la mentalidad general hacia temas banales.

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