El pánico ha cundido en Grecia. Los habitantes del país europeo que más se está viendo castigado por la crisis han comenzado a retirar masivamente sus ahorros de los bancos ante el clima de inestabilidad política existente, lo que podría provocar el colapso de estas entidades financieras y abre la puerta a la larga sombra de un corralito en este país.
Sólo el lunes se retiraron 700 millones de euros y se prevé que la situación en los próximos días vaya a peor. La economía helena no está para demasiadas bromas y los bancos de este país aún para muchas menos. Según las estadísticas del Banco de Grecia en los dos primeros meses del año se retiraron unos 10.000 millones de euros en depósitos.
La situación es crítica para el sistema financiero de un país que ha perdido una media de 3.000 millones de euros mensuales en ahorro desde que estalló la crisis a finales de 2009, bancos que además poseen unos activos que apenas tienen valor debido a las malas políticas de préstamos y a la quita de la deuda.
Comprendo que los griegos, presas del pánico, atraviesan uno de sus peores momentos económicos, pero si el alarmismo persiste en este país y las retiradas de depósitos se acentúan por el efecto contagio, los bancos no podrán hacer frente a tanta demanda y se descapitalizarán. Ante esta posibilidad no me extrañaría una intervención de gobierno griego para limitar las retiradas de dinero y evitar el colapso total de su sistema financiero. En otras palabras, corralito.
No ayuda la decadente situación política de Grecia, incapaz de formar gobierno, ni tampoco lo hacen las palabras de un apocalíptico Krugman que ha puesto su ojo crítico en Europa, quién sabe con qué perversa intención. Ante este panorama y con el trasfondo de una salida del euro, los griegos deberían más que nunca mantener la calma con sus ahorros si no quieren ser testigos de como su país se desmorona delante de sus propias narices.
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