Hoy en día, Estados Unidos y China se encuentran en medio de una guerra comercial con la imposición mutua de aranceles, impulsadas inicialmente por el gobierno de Donald Trump cuyo objetivo final es evitar el abultado déficit comercial de la que es la primera economía del mundo tiene con China.
Pero hay otra guerra de fondo que se está librando, y es la de China tratando de arrebatar a Estados Unidos el primer puesto en lo que se refiere a la potencia economía mundial y ser la referencia económica por excelencia.
China ha mostrado un dinamismo en los últimos años envidiable a pesar de que hoy muestra el menor crecimiento desde hace 28 años. Para hacernos una idea, en el año 1990, China no se encontraba en el ranking de las diez economías más grandes del mundo, en 1992 consigue entrar y desde esa posición, gracias a tasas de crecimiento de alrededor del 10%, en 2010 consiguió arrebatar a Japón la segunda posición en el ranking global.
China ya es el número uno en PIB en paridad de poder adquisitivo
En términos generales, se tiende a hacer referencia al PIB para valorar el tamaño de la economía de un país y, así, reflejar el peso que se tiene el comercio mundial. Sin lugar a dudas, en base a la medición PIB, Estados Unidos es la primera potencia mundial con una economía de 21,3 billones de dólares frente a China con 15,64 billones de dólares.
Pero como hemos mencionado, el avance de China ha sido impecable. Si analizamos el periodo 1980 hasta 2010, en 25 de las 30 ocasiones la tasa de crecimiento de China se ha situado por encima del 8%. En estos años, Estados Unidos nunca ha alcanzado esas tasas y es más, ha visto en cuatro años tasas negativas de crecimiento.
Pero, si utilizamos el PIB en paridad del poder adquisitivo (PPA) que nos permite corregir el efecto sobre el nivel de vida en cada país para la adquisición de bienes y servicios, China superó a Estados Unidos primer puesto mundial en el año 2014.
En este año el PIB PPA de China llegó a los 18,3 billones de dólares mientras que la cifra de Estados Unidos quedó en 17,5 billones. Y para este año,según las estimaciones del FMI, las diferencias entre ambos países se seguirían ampliando: para China, 27,4 billones de dólares y Estados Unidos 21,4 billones.
A pesar de este peso económico, una mirada más profunda sería evaluar la valoración del PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo que nos da una idea más cercana de los niveles de vida de sus respectivas poblaciones.
Con esta medición, Estados Unidos situaría su PIB per cápita en PPA 62.640 dólares, mientras que China alcanzaría los 18.210 dólares, una diferencia de más de 3 veces que es compensado por una población cercana a 1.400 millones de habitantes (Estados Unidos 327 millones de habitantes).
Los pasos para alcanzar su éxito
Tenemos que remontarnos a los inicios de la década de los ochenta. En esos años, el modelo comunista tradicional chino fue cambiando a través de unas reformas económicas que daban paso a la privatización o la creación de "zonas económicas especiales".
Se impulsó diversas medidas de calado como la descolectivización de la agricultura , la apertura del país a la inversión extranjera y la concesión de licencias a los empresarios para desarrollar la libre empresa.
En la década de 1990, el país finalmente había abierto sus puertas a la inversión extranjera directa y, a partir de ese momento, China construyó su crecimiento económico principalmente a partir de exportaciones de maquinaria y equipos de bajo coste.
El dragón despertaba y China era sinónimo de oportunidad. La mano de obra barata llevó a que muchas empresas optaron por externalizar la producción de los Estados Unidos a China, donde pudieron obtener importantes ahorros en mano de obra.
A principios de la década de 2000, gran parte de lo que Estados Unidos consumía se producía en China. Esto condujo a una reforma económica aún mayor, y entre 2001 y 2004, las empresas estatales disminuyeron en un 48%, y en 2005, el sector privado nacional alcanzó el 50% del PIB total de China (hoy se sitúa en el 60%).
La fuerza del patrón dólar
Los actuales estimaciones reflejan que China será capaz de arrebatar a Estados Unidos la medalla de primera potencia económica a escala global que ha llevado consigo 140 años en el año 2030. Sin embargo, la verdadera fuerza de una economía la ejerce la propia divisa que interviene en las transacciones mundiales.
Es ahí donde China tiene el verdadero problema si quiere reemplazar a Estados Unidos como primera potencia mundial. Hoy en día, los mercados financieros chinos no son especialmente transparentes y no se percibe la política monetaria China como un elemento estable.
La confianza sobre el dólar es tal que, hoy en día, el 61,7% de las reservas mundiales de los bancos centrales distintos a la Reserva Federal mantienen son en dólares. Por el contrario, el yuan o renminbi chino para referirnos a la divisa solo tiene un peso del 1,9% en las reservas globales.
Pero ser la divisa de referencia de escala global aún queda muy lejos para China ya que primero debe situarse como reserva. Es decir que se utilice el yuanes para la fijación del precio de más contratos internacionales. Por ejemplo, las exportaciones de muchos productos como por ejemplo el petróleo tienen el precio fijado tradicionalmente en dólares.
Esto tiene sus ventajas... Si tuvieran el precio en yuanes, China no tendría que preocuparse por la evolución del dólar y los bancos centrales del mundo estarían forzados a mantener el yuan como parte de las reservas divisas en sus balances.
A su vez, está necesidad de yuanes reduciría los tipos de interés de los bonos denominados en yuanes, por su mayor demanda gracias a la implicación de las transacciones globales, menguando finalmente los costes de endeudamiento tanto del gobierno como de las empresas privadas chinas.