España está demostrando ser uno de los peores países en la gestión del Covid-19, a tenor de las cifras de la pandemia y de la evolución económica del país.
Se encuentra liderando la segunda ola de nuevos casos que estamos viendo desde el mes de julio, tanto en términos absolutos como relativos a su población, el número de fallecidos relativos a su población es el tercer mayor del mundo (Bélgica y Perú ocupan respectivamente el primer y segundo lugar) y la economía española ha reflejado el peor comportamiento entre los países desarrollados con una caída del 18,5% del PIB en el segundo trimestre, la más alta entre los países de la OCDE.
El país ya está registrado el mayor número de casos en Europa occidental desde que comenzó la pandemia hace seis meses y el mayor resurgimiento después de levantar uno de los cierres más estrictos del continente contra la propagación de COVID-19.
Una realidad que tiene sus consecuencias económicas y que pone en serio riesgo la posible recuperación, la esperada "V" asimétrica que se estimaba a partir del segundo semestre del año puede que sea más asimétrica de lo imaginado inicialmente.
La segunda oleada nos pone frente al peor escenario
De todos los escenarios establecidos, hoy España va dirigida hacia el peor contemplado en las proyecciones iniciales. Si recordamos, el Banco de España publicó sus proyecciones para la economía española en las que visualizaba una caída del PIB del 15,1% este año en el denominado escenario de riesgo, descenso que sería del 9% en el de recuperación temprana y del 11,6% en un tercero más gradual.
A día de hoy tenemos dos fuentes de incertidumbre que se han ido agravando en las últimas semanas. La primera de ellas está vinculada a la evolución de la enfermedad. Se esperaba inicialmente un verano tranquilo, pero el surgimiento de diversos brotes infecciosos por todo el territorio ha llevado a la reintroducción de ciertas medidas de distanciamiento a social que han tocado a la hostelería, aunque los principales damnificados se encuentran en el ocio nocturno.
Debido a la evolución de los nuevos casos diarios que estamos viendo y todavía queda por delante los últimos meses del año, existe el riesgo evidente que sea imposible una restauración completa de la economía a su estado previo a la crisis.
El sector turístico está revisando sus expectativas a la baja con al calor de la segunda oleada. Según la patronal del turismo, Exceltur, se estima que al cierre de 2020 una caída de actividad (directa e indirecta: PIB Turístico) de -98.753 millones de euros, 15.620 millones más de caída, que la previsión de junio. De este dato, el 84% de esta revisión se debe a caídas de la demanda externa.
Si la segunda oleada se extiende, sin que las medidas aportadas desde el conjunto de administraciones públicas sean efectivas, el sector empresarial seguirá deteriorándose (según el BdE el 25% de las empresas están en quiebra con el sector de la hostelería en cabeza) y la oleada de despidos repercutirá en un mayor esfuerzo, vía deuda, de atender a las necesidades de una economía hundida.
Los datos de empleo
El impacto de COVID-19 y las medidas de contención adoptadas para contener la pandemia hicieron que el número de personas empleadas en el segundo trimestre del año disminuyera en 1.074.000 personas, un 5,46%, situándose en 18.607.200, según la Encuesta de Población Activa (EPA), publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
En los últimos 12 meses, como consecuencia de COVID-19, se ha producido una destrucción de empleo que, en términos interanuales, es del 6,05%. Hay que tener en cuenta que esta disminución se ha concentrado exclusivamente durante la pandemia, por lo que si la segunda oleada va a más para el tercer y cuarto trimestre del año no hay que descartar nuevos estados de alarma que congelen la actividad empresarial y contribuyan al incremento del paro. El número de desempleados aumentó en 55.000 en este período, hasta llegar a 3.368.000, y la tasa de desempleo se situó en el 15,33%.
Siguiendo la metodología de la Oficina de Estadística de la Unión Europea (Eurostat) y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las personas incluidas en los expedientes de regulación de empleo temporal (ERTEs) se consideran personas empleadas. Sin embargo, el total de horas efectivas trabajadas en el segundo trimestre ha registrado un descenso sin precedentes del 22,59%, debido a la limitación de la actividad económica. Asimismo, la disminución del empleo se ha traducido en un aumento de 1.062.800 personas inactivas en el segundo trimestre. Este aumento se debe principalmente a la inesperada dificultad de buscar empleo.
La deuda pública ya va disparada
En relación a la evolución de la deuda pública, hay un dato especialmente llamativo, y es que, durante la pandemia, se incrementado en la misma cantidad que en cuatro años, siendo el Estado Central el responsable de prácticamente todo el aumento de la deudas pública desde que el coronavirus formó parte de la realidad.
Si los datos económicos están siendo verdaderamente nefastos, los de la deuda pública no se quedan atrás. Las últimas son las cifras de la deuda pública publicadas por el Banco de España, que reflejan cómo la "mochila" de las administraciones sigue creciendo y batiendo récords, lo que ponen en riesgo la credibilidad externa del país.
A finales de junio, la deuda alcanzó los 1,29 billones de euros, lo que supuso alcanzar un máximo histórico y romper el récord del mes anterior en 32.000 millones en un mes. Desde que se inició la pandemia coma el gasto público se ha disparado fruto de los programas de gasto público cuyo objetivo ha sido, sin mucho éxito, tratar de apuntalar el desplome económico.
Las Administraciones Públicas ha tenido que emitir más deuda de lo que inicialmente se preveía, y todo ello ha hecho que la deuda se termine disparando 88.130 millones desde finales de febrero. Es decir, en cuatro meses la deuda se habría incrementado en la misma cantidad que los cuatro años anteriores debido a que si no situamos en 2016 que era de algo más de 1,1 billones de euros. En términos relacionados con el PIB, el Banco de España no desglosó esa comparación, aunque si la comparamos con el cierre del año pasado, superaría el 103% del PIB.
Con esta segunda oleada presente y un otoño complicado, lo más probable es que la deuda seguirá descontrolada en el futuro muy próximo, ya que mientras la deuda sigue aumentando, el PIB ya está sufriendo una fuerte contracción que inclinará aún más la balanza de la relación deuda/PIB. Según el BdE, esa relación podría llegar al 120% a finales de 2020, mientras que la deuda de la Seguridad Social ha aumentado un 25% desde febrero.