
La escalada arancelaria entre Estados Unidos y China ha desencadenado una serie de ajustes en las estrategias comerciales del gigante asiático. Y es que, para mantener su competitividad en el mercado estadounidense, China ha optado por reducir sus márgenes de beneficio.
¿Y qué tiene esto de positivo y negativo? Por un lado, les permite sortear los altos aranceles impuestos por la administración Trump -aunque se prevé que bajen en unos días, al menos según el volátil presidente de los EEUU-. Pero, sin embargo, tiene consecuencias colaterales significativas para otros actores globales, especialmente para Europa.
La saturación del mercado estadounidense con productos chinos a precios reducidos obliga a China a buscar nuevos destinos para su excedente de producción. Europa, con políticas arancelarias menos restrictivas, se convierte en un objetivo natural para estas exportaciones, lo que puede plantear desafíos para las industrias locales. ¿Está el viejo continente preparado para recibir más mercancía china?
Según cifras de Eurostat, entre 2014 y 2024, las importaciones procedentes de China aumentaron un 101,9%, mientras que las exportaciones crecieron un 47,0%. Los tres mayores importadores de China en la UE fueron los Países Bajos (109.000 millones de euros), Alemania (96.000 millones de euros) e Italia (50 millones de euros).
Las importaciones de la Unión Europea desde China se concentraron principalmente en tres categorías de productos: maquinaria eléctrica, electrodomésticos y piezas eléctricas; equipos de telecomunicaciones y audio; y máquinas de oficina y equipos de procesamiento de datos. Estas tres categorías representan casi el 40% del total de las importaciones,
Impacto de la guerra comercial en las estrategias chinas
La imposición de aranceles del 145% por parte de Estados Unidos sobre productos chinos ha llevado a Pekín a replantear sus políticas comerciales. Una de las respuestas ha sido la reducción de márgenes de beneficio para mantener la competitividad de sus productos en el mercado estadounidense.
Esta estrategia, sin embargo, genera un excedente de productos que busca nuevos mercados, siendo Europa uno de los principales objetivos.
La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, ha señalado que estas medidas podrían tener un efecto desinflacionario en Europa, debido a la entrada masiva de productos chinos a precios reducidos.
Esta situación plantea un riesgo para las industrias europeas, que deben competir con productos importados a precios más bajos, lo que podría afectar su rentabilidad y sostenibilidad.
Lo que podría sufrir la industria europea
La entrada de productos chinos a precios reducidos en el mercado europeo representa una amenaza para diversas industrias locales. Sectores como el automotriz, el textil y el tecnológico por ejemplo, enfrentan una competencia creciente que podría traducirse en pérdida de cuota de mercado, reducción de márgenes y, en casos extremos, cierres de empresas.
Además, la calidad y sostenibilidad de algunos productos importados generan preocupaciones adicionales. La falta de estándares equivalentes en producción y medio ambiente puede dar lugar a una competencia desleal, afectando no solo la economía sino también a los objetivos ecológicos de la Unión Europea.
Necesidad de una respuesta coordinada en Europa
Ante esta situación, es imperativo que Europa adopte medidas para proteger sus industrias sin caer en el proteccionismo extremo. Un difícil equilibrio que se atisba como vital para la industria europea.
Esto podría incluir la implementación de políticas que aseguren condiciones de competencia equitativas, como la aplicación de aranceles compensatorios en casos de dumping o la promoción de estándares de calidad y sostenibilidad en las importaciones.
Además, Europa debe apretar el acelerador y fomentar la innovación y la competitividad de las industrias europeas, apoyando la investigación y el desarrollo, así como la formación de trabajadores en sectores clave.
Según los expertos, la diversificación de mercados y la búsqueda de acuerdos comerciales equitativos también pueden contribuir a mitigar los efectos de la competencia desleal.
Vivimos en un mundo globalizado e hiperconectado. Casi ningún país está a salvo de los vaivenes geopolíticos. La estrategia de China para mantener su competitividad en un entorno de altos aranceles en Estados Unidos puede tener y a corto plazo, repercusiones significativas en Europa.
La viabilidad y la sostenibilidad de la industria europea está en riesgo por las decisiones de Trump y por las decisiones, posteriores, de China. Una partida de ajedrez donde Europa no puede caer derribada.