Manifestaciones en España por el problema de la vivienda. Pero la solución es muy complicada

Manifestaciones en España por el problema de la vivienda. Pero la solución es muy complicada
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España vive un 2025 convulso en lo que a manifestaciones se refiere. Todas las ciudades, independientemente del color de su gobierno, se llenan cada ciertos fines de semana de miles de personas que claman por una solución real y urgente al problema de la vivienda.

La creciente imposibilidad de acceder a un alquiler asequible o de comprar una vivienda digna está afectando especialmente a los jóvenes y a las familias con ingresos bajos y medios. Las protestas, por tanto, no son un hecho aislado, sino el reflejo de un malestar acumulado que ha explotado en forma de manifestaciones masivas.

El foco de estas movilizaciones ha estado centrado en la denuncia de los precios abusivos, el papel de los fondos buitre y la escasa eficacia de las medidas adoptadas hasta ahora por el Gobierno.

Sin embargo, la solución al problema de la vivienda en España es muy complicada, tanto por los condicionantes económicos actuales como por la falta de una estrategia de largo plazo que aborde las raíces del problema. De hecho, ¿la tiene el propio Gobierno?

Rechazo a los fondos buitre y peticiones de inversión pública

Entre las principales demandas de las plataformas ciudadanas y colectivos organizadores se encuentra el fin del protagonismo de los fondos buitre en el mercado inmobiliario. Estos fondos, que adquieren grandes lotes de vivienda para luego alquilar a precios desorbitados, son vistos como una amenaza directa al derecho a una vivienda digna.

Muchos manifestantes exigen una mayor intervención del estado para regular estos movimientos y devolver la vivienda a una lógica de uso, no de especulación.

Además, se reclama más inversión pública en vivienda social. La construcción de nuevas promociones con alquileres accesibles y la rehabilitación de inmuebles vacíos son propuestas que han ganado fuerza en las calles.

Pero también ha quedado patente el escepticismo hacia un Gobierno que, según los manifestantes, prioriza los gestos y anuncios por encima de acciones reales y sostenidas en el tiempo. La construcción de viviendas desde que Pedro Sánchez y Yolanda Díaz gobiernan en coalición con sus respectivos partidos, brilla por su ausencia.

El Gobierno que se manifiesta cuando él es parte del problema

Las reacciones del ejecutivo -que es parte del problema pero sorpresivamente también se manifiesta detrás de las pancartas- se han limitado hasta ahora a reforzar ciertas ayudas y presentar medidas como la Ley de Vivienda, que busca limitar el precio del alquiler en zonas tensionadas.

Pero estas medidas, aunque bien recibidas por algunos sectores, son vistas como insuficientes ante la magnitud del problema. Los precios siguen disparados en ciudades como Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca, Ibiza o Valencia, y los desalojos continúan siendo una realidad diaria.

Las manifestaciones en España por el problema de la vivienda reflejan una percepción generalizada: que el Gobierno está llegando tarde y mal. La falta de coordinación con las comunidades autónomas, los recortes en los presupuestos dedicados a vivienda y la escasa vigilancia sobre los grandes tenedores generan desconfianza en que las soluciones lleguen a tiempo.

El Banco de España, de hecho, estima que nuestro país tiene un déficit de más de 625.000 viviendas, mientras que un estudio de la plataforma España Mejor cifra la brecha en 700.000 unidades.

A pesar de los anuncios triunfalistas del gobierno, las cifras oficiales revelan que, a finales de 2024, solo se habían entregado alrededor de 10.200 viviendas, lo que representa apenas un 5% del compromiso adquirido hace más de año y medio.

Subida de tipos, salarios estancados y alquileres imposibles

En el escenario actual, la solución se presenta compleja. La subida de los tipos de interés ha encarecido las hipotecasy ha empujado a más gente hacia el alquiler, elevando la demanda en un mercado ya saturado. Mientras tanto, los salarios se mantienen estancados y el coste de vida sigue creciendo. Esto genera un efecto embudo que ahoga a miles de personas.

Estas manifestaciones no solo denuncian la situación actual, sino que advierten de un futuro inmediato cada vez más precario si no se toman medidas estructurales. Las nuevas generaciones viven con la sensación de que nunca podrán emanciparse, y la frustración se traduce en protestas, pero también en un malestar social que se extiende como una mancha de aceite.

Los efectos de la turistificación y la gentrificación

Otro de los factores que complica la situación es el auge del alquiler vacacional y la turistificación de los centros urbanos. Muchos propietarios prefieren alquilar por días o semanas a turistas que a largo plazo a residentes, porque los beneficios son mayores. Esto reduce la oferta de vivienda habitual y dispara los precios.

A su vez, la gentrificación expulsa a los vecinos de siempre, transformando barrios enteros en zonas inaccesibles para la población local.

Falta una estrategia nacional ambiciosa

Más allá de las medidas puntuales, la gran carencia del sistema de vivienda en España es la ausencia de un plan a largo plazo. Faltan acuerdos políticos estables, inversión continuada y una apuesta decidida por la construcción de parque público permanente, no sujeto a vaivenes económicos o electorales.

Las manifestaciones también son un clamor por una vivienda que no dependa del mercado privado en exclusiva. En países como Austria o Países Bajos, buena parte de las viviendas en alquiler están gestionadas por entidades públicas o sin ánimo de lucro. Ese modelo está lejos de la realidad española, donde el parque de vivienda social es uno de los más reducidos de Europa.

La falta de resultados palpables alimenta la idea de que todo se queda en declaraciones. La gente se cansa de promesas vacías, especialmente cuando ve que sus condiciones no mejoran. Los intentos de controlar los precios, sin una oferta suficiente de viviendas asequibles, se convierten en parches que no abordan el fondo del problema.

Imagen: Pixabay| Instagram

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