La crisis del 2008 ha sido tan profunda que solo ahora se están recuperando los salarios en España

La crisis del 2008 ha sido tan profunda que solo ahora se están recuperando los salarios en España
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Han pasado más de quince años desde la crisis financiera de 2008, pero los salarios reales en España apenas han comenzado a recuperarse. Lejos de tratarse de una percepción subjetiva, los datos nacionales e internacionales muestran cómo la economía española ha tardado más de quince años en empezar a recomponer el poder adquisitivo de sus trabajadores.

Según un análisis de Our World in Data, España se encuentra entre los países de Europa Occidental donde los salarios reales más han tardado en recuperarse desde la gran recesión. Lo confirman las investigaciones económicas publicadas por el analista de datos Max Roser. En estas, se observa cómo el salario real medio en España se mantuvo por debajo de los niveles de 2008 hasta 2023, y solo en los últimos dos años ha comenzado un tímido ascenso, pese a las profundas reformas económicas vinculadas al SMI.

Una crisis larga, muy larga

En 2023, a pesar de los buenos datos macroeconómicos, el salario medio de los trabajadores españoles seguía siendo, en términos nominales, un 7,6 % inferior al que se registró en 2009.

Una situación más precaria que la vivida por la mayoría de los países de la eurozona, que experimentaron una recuperación más rápida y segura, superando hace tiempo los niveles previos a la crisis.

Una situación más precaria que la vivida por la mayoría de los países de la eurozona, que experimentaron una recuperación más rápida y segura, superando hace tiempo los niveles previos a la crisis.

Por el contrario, España ha experimentado una recuperación tardía y débil. Es más, la brecha salarial con la eurozona ha aumentado: si en 2008 los trabajadores españoles ganaban, de media, un 23 % menos que el conjunto de la eurozona, en 2023 esa diferencia se amplió hasta el 31%.

La conexión con el SMI

Entre los factores que contribuyeron al problema (o retraso), sobresale la devaluación interna basada en una moderación de los salarios —que se ha empezado a revertir en los últimos años, con los aumentos constantes del salario mínimo interprofesional en España—. Así,  la reforma laboral de 2012 incentivó la creación de empleo, pero a costa de un menor coste laboral medio (y sueldos menores), especialmente en sectores con mayor precariedad.

Por el contrario, para la recuperación, el aumento de los ingresos medios y reales tiene una conexión directa con los incrementos del SMI, que han tenido un papel relevante: desde los 735,9 euros hasta los 1.184 de 2025 (un 60,9 % más). Un incremento que, aunque puede distorsionar parte de los datos, ha elevado los ingresos de millones de trabajadores en el primer cuartil salarial; aun así, si bien el salario medio ha aumentado, esto no implica una mejora para todos los niveles salariales.

De igual modo, la inflación acumulada ha jugado un papel determinante en la pérdida de poder adquisitivo. Entre 2018 y 2025, el SMI ha superado con creces la inflación acumulada, mientras que el salario medio ha crecido 4,1 puntos menos que el Índice de Precios al Consumo (IPC), lo que sugiere que buena parte de los trabajadores no han conseguido mantener su nivel de vida.

El resultado de esta combinación es evidente: la recuperación salarial ha sido desigual, tardía y en buena medida impulsada por factores externos a la negociación colectiva tradicional. A pesar de los indicadores positivos en empleo y crecimiento económico, los hogares han tenido que esperar más de una década para recuperar el nivel salarial previo a la crisis.

De igual modo, los datos que ha compartido Max Roser han sido puestos en tela de juicio, ya que se centran en el poder adquisitivo a través de los salarios reales, que se calculan ajustando los salarios nominales según la inflación (es decir, el IPC general).

No obstante, esto no equivale directamente al coste de vida real o percibido, y hay matices importantes como que el cálculo del poder adquisitivo se basa en índices generales de precios, que no siempre reflejan adecuadamente el encarecimiento de bienes esenciales como la vivienda, el alquiler o la energía.

Por esta razón, la mayoría de las críticas se centran en el hecho de que, incluso en contextos de recuperación salarial estadística, el coste de vida percibido por muchos hogares puede continuar en ascenso.

En cualquier caso, el caso español evidencia hasta qué punto el impacto de 2008 sigue proyectando sombras en el presente. Solo hoy se han recuperado los niveles de precrisis, lo que indica cuán profunda ha sido la recesión y cuestiona la narrativa de recuperación que comenzó a asentarse ya en los años posteriores a 2015.

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