Los datos presentados por el INE a comienzos de año son alarmantes. Demuestran que la renta de los ciudadanos españoles ha aumentado durante el último trimestre de 2022 en un 1,6%, aunque el gasto lo ha hecho en un 12%, por lo que seis de cada diez hogares necesitan recurrir a sus ahorros para poder llegar a final de mes. En concreto, la renta de los españoles se incrementó hasta los 186.600 millones de euros, pero el consumo se tradujo en 192.034 millones de euros.
Todo ello ha generado que la tasa de ahorro de los españoles se sitúe en un -3,2% de su renta disponible a finales del pasado año, datos muy diferentes al 6,4% con el que cerró el mismo trimestre de 2021.
El informe recoge, con cifras exactas, que las familias españolas perdieron 17.000 millones de euros de sus ahorros, pasando de tener un ahorro neto de 11.699 millones de euros en septiembre de 2021 a una deuda de 5.986 millones en el tercer trimestre de 2022. Además la tasa de inversión se redujo en un 2,9% hasta los 12.901 millones de euros.
La elevada inflación, especialmente de los productos de primera necesidad, no ha ido de la mano de la subida de los salarios. A todo ello se le suma la subida de los tipos de interés, que ha repercutido negativamente sobre las hipotecas. El endeudamiento es tal, que se espera que la situación siga agravándose hasta 2024, donde podría iniciarse la recuperación.
Aunque España ha luchado desde 1985, año de su entrada en la Comunidad Económica Europea, por igualarse al resto de economías del centro y el norte de la Eurozona, realmente ha visto como desde 2019 la renta nacional bruta de los españoles no para de descender, bajando en más de 1.700 euros por ciudadano en 2021. Así pues, los datos del PIB de 2019 eran de 25.180 euros, mientras que en 2021 era de 23.450 euros (según datos de la oficina de estadística europea, Eurostat). El empobrecimiento de los españoles es real.
La economía española pierde valor y puestos
El descenso de las rentas durante los últimos tres años, especialmente con la irrupción de la pandemia, no solo ha dejado en jaque a España, sino que otras economías de la Eurozona han experimentado muy malas cifras. El conjunto una media de más de 4000 euros per cápita, mientras que países como Italia o Francia perdieron más de 500 euros y 700 euros per cápita, respectivamente. La cara opuesta de la moneda la representa Irlanda, que ha crecido en el último trienio hasta alcanzar los 70.530 euros.
Todo ello ha llevado a España a pasar del puesto 13 del ranking de nivel de vida de la Unión Europea, que ostentaba en 2018, al puesto número 18, siendo adelantada por países como Malta, Eslovenia, República Checa, Estonia y Lituania.
El problema no es solo europeo, y este descenso también se refleja a escala mundial. En los últimos años ha bajado hasta el puesto 16 y ha sido adelantada por México, aunque solo se recoge el PIB sin tener en cuenta la distorsión que genera la inflación. Unos datos realmente preocupantes, pues antes de la crisis financiera de 2008, España llegó a ser la octava potencia económica mundial.
En 2018, España estaba en el 91,2% de la renta nacional bruta por habitante media de la UE, pero en 2021 ha bajado hasta el 83,4%.
¿Quién es el responsable?
Obviamente quien controla la gestión de un país siempre es responsable de la economía del mismo, pues los elevados y continuos impuestos y la tasa de inflación por las nubes llevan a que España siga cosechando malos resultados.
En contraposición, el Gobierno siempre ha mantenido en la cresta de la ola a las empresas, sometiendo a los españoles a nóminas con cargas fiscales cada vez mayores y estableciendo rigidices superiores en el sistema productivo.
De hecho, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha manifestado públicamente el orgullo del Ejecutivo ante el crecimiento del PIB superior al 5% a finales de 2022, que demuestra que es de los países de la zona euro que más ha crecido. No obstante, los datos del Instituto de Estudios Económicos (IEE) son claros y demuestras que el crecimiento del PIB se mantiene sobre el 1%, es decir, niveles muy bajos con respecto a las cifras previas a la pandemia, ya que en 2020 cayó hasta 11 puntos.
Las previsiones
No son nada halagüeñas. Aunque en 2022 se esperaba un crecimiento del 4,6% para instituciones nacionales e internacionales, las cifras no se cumplieron e incluso se avecina un 2023 en el que no superarán el 1,3% de crecimiento, incluido el Banco de España. Por consiguiente, desde el IEE consideran que es función del Gobierno rebajar la presión fiscal sobre empresas y trabajadores y crear empleo para contrarrestar la situación.
Así pues, las cuentas públicas sin sanear de España y el déficit excesivo (superior al 3%) no se prevén que experimenten mejorías, al menos, hasta 2025. Con respecto a la deuda pública tampoco se espera que descienda del 110% hasta el medio plazo, frenándose así la llegada de nuevos inversores nacionales e internacionales.
El futuro es incierto, ya que durante el tercer trimestre los hogares españoles experimentaron una necesidad de financiación de 19.453 millones de euros frente a los 954 millones estimados para el mismo trimestre de 2021.