Los diez jóvenes fundadores que se convirtieron en multimillonarios. Las diez startups que lograron el éxito. O los diez mejores ‘exits’ de un año en España. Todos lo hemos hecho. Destacar exclusivamente los triunfos, dar todo el protagonismo a quien lo consiguió. Y con eso, sólo con eso, nos hacemos un flaco favor. Porque, ¿para cuándo una lista de los diez fracasos emprendedores más útiles?
A veces, podemos pensar que así ayudamos a quien se está planteando dar el paso. Le ponemos delante de los ojos los detalles de la vida hoy de Mark Zuckerberg, o las grandes cifras del gran acuerdo logrado por el fundador de milanuncios.com en su venta al grupo noruego Schibsted. Creemos que de esa forma le haremos ver que es posible, que el éxito no es inalcanzable.
Y puede que sea, en parte, útil. Para algo muy importante: motivación. Encontrar los motivos para cambiar el chip, para entender que seguramente sea mejor opción fabricarte un trabajo a través de tu proyecto que esperar a que te caiga del cielo un empleo. Pero la visión se queda incompleta, pues no se muestra otras muchas fases de una pyme o una startup tecnológica donde las dificultades arrecian, donde la financiación escasea o donde los resultados no llegan.
Es probable que sea mucho más útil que se cuenten también las razones por las que esa empresa que creció a una gran velocidad acabó cayendo estrepitosamente. O por qué la compañía que hoy saborea la mieles del éxito tuvo que pivotar y cambiar de plan en mitad del camino justo antes de fracasar.
Será muy útil porque de esa manera damos otras herramientas y conocimientos para actuar cuando sea necesario. Saber los errores que cometió en sus primeras fases una startup que hoy se codea entre los grandes, al menos, pondrá en alerta a aquellas que se disponen a arrancar.
El fracaso no es impostura. No debería serlo, al menos. No se trata de resaltar exclusivamente lo negativo. Ni de decir que el pesimismo es la mejor arma. Ni de tratar de sacar pecho (hay ‘predicadores’ para todo) por las caídas, cuando éstas ya pasaron. Se trata de ser útiles, de enseñar que el camino no es de rosas. Que crear empresas y convertir esas grandes ideas en negocios que generen empleo y riqueza requiere de esfuerzo y sacrificio. Simplemente, que en la vida del común de los emprendedores, ‘pelotazos’, los justos.
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