Hace tan sólo tres años, era un aspirante, eso sí, con una ambición desmedida. Hoy se codea en tamaño con gigantes tecnológicos. Facebook se ha convertido en una de las cuatro grandes del sector, sólo por detrás de las históricas Apple y Microsoft y el gran buscador Google. Su evolución ha sido fulgurante: en dos años ha duplicado un valor que, a priori, se antojaba excesivo. Pero, ¿qué ha pasado en este tiempo?
Noviembre de 2011. La compañía anunciaba sus planes: salir a bolsa en la primera mitad de 2012, valorándose en unos 100.000 millones (casi cinco veces más de la valoración con la que se estrenó Google). De mayo a noviembre, todo eran malas noticias, caídas, traspiés y dificultades. Pero la consolidación de su modelo publicitario fue el espaldarazo definitivo.
En estos dos años y medio ha duplicado su valor, colocándose entre los grandes en el segmento tecnológico (no podemos olvidar que hay otras grandes compañías fuera del sector como Exxon Mobil o Berkshire Hathaway que superan los 400.000 y 300.000 millones de dólares respectivamente). Sólo Google, con 398.000 millones, Apple, con 585.000 y Microsoft, con 383.000 millones, le superan a día de hoy.
Para poner en contexto, podemos comparar la cifra alcanzada esta semana (con unas acciones a 77 dólares) con sus competidores en el sector de las redes sociales: es 8 veces más grande que Twitter, que apenas lleva un año en el parqué, o Linkedin, que fue el primero en aterrizar.
¿Qué ha ocurrido?
En este tiempo, han ocurrido muchas cosas. La fundamental: la consolidación de un modelo de negocio del que muchos dudamos en un primer momento. Su rápido avance en los ingresos por publicidad móvil (frente a las dificultades del todopoderoso Google en este terreno) y el crecimiento (y actual estabilización) de su masa de usuarios y marcas han sido los principales ingredientes.
Junto a esa maquinaria engrasada, a la que ha contribuido una plataforma que cada vez invita más al pago para la visibilidad, este tiempo se ha caracterizado por las compras multimillonarias. Algunas de ellas, algo más llamativas, como la de Oculus Rift (de realidad virtual) y otras que suponen un puñetazo en la mesa del tablero móvil como la de Whatsapp. 19.000 millones de dólares para hacerse con la compañía líder de mensajería móvil. O los 750 millones desembolsados para hacerse con Instagram.
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